miércoles, 27 de abril de 2016

ADELPHA. - Por A.Y.C.

Adelpha es la niña artista del Batey La higuera. Tiene 11 años. Esta enanita me hizo “diseño de uñas” en manos y pies en 2 minutos. Su amiga Melisa me dijo: “yo soy su representante, de mayores vamos a montal un salón”, desde luego que con el arte de Adelpha, y el espíritu comercial de Melisa, lo fácil sería que lo consiguieran. Hoy ha venido a jugar conmigo, con la pequeña unidad familiar a su cargo. Es la menor de 10 hermanos, y cuida de los pequeños de la casa (4 sobrinos). Es precioso ver cómo juegan, cómo los vigila y cómo le respetan, como si de una madre se tratara. Una chica así, en cualquier sitio podría llegar a realizar sus sueños, como el que tiene de su salón de diseño. Pero no ha nacido en el sitio adecuado. Ha nacido en un Batey. Adelpha no existe, no tiene partida de nacimiento, jamás conseguirá la cédula, ni nada que la identifique. No podrá arrendar un local ni una vivienda, ni tener cuenta bancaria, ni tener nada a su nombre. Lo normal es que su único encargo en la vida sea empezar a tener hijos y esperar a su marido, que trabajará de sol a sol cortando caña de Azúcar.

Todo comenzó hace un siglo, cuando el gobierno de R. Dominicana pagaba al de Haití, para enviara anualmente 15000 haitianos a trabajar en la caña. Los trabajadores venían engañados, prometiéndoles un futuro de trabajo en el campo. Hoy, sus descendientes trabajan para una empresa privada, que controla la explotación de Azúcar del país, y es dueña de todas las tierras de los bateyes. Su jornada es de sol a sol, a cambio de una casucha en penosas condiciones, sin agua, sin luz, y de 100 pesos (2 Euros) por tonelada de caña cortada. Son personas atrapadas, sin identidad, sin derechos, sin salida. Personitas que como Adelpha todavía sueñan con lo que querrían ser de mayores, antes de que les atrape la misma historia que a sus progenitores. Es el “sabor amargo de la caña de azúcar” que tanto se oye por aquí.


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CERRÓ LOS OJOS. - Por B.R.J.

Cuando Martín mató a Noelia se echó las manos a la cabeza y dejó caer el resto de su cuerpo hasta el frío suelo de la cocina. Cerró los ojos. Cerró los ojos hinchados de lágrimas y de miedo, pensando muy fuerte que era una pesadilla y que al abrirlos su mujer no estaría rodeada de ese oscuro charco de sangre. La había matado. No sabía muy bien qué debía hacer en ese momento, ni siquiera sabía si tenía derecho a llorar al amor de su vida cuando él mismo se la había quitado. Se levantó para ir al baño a vomitar. Cuando regresó a la cocina, fue consciente de que el charco de sangre de su mujer crecía mientras el cuchillo que había utilizado dormía avergonzado al lado del vientre de Noelia. Decidió llamar al 091 y decir lo que había pasado. No le temblaba la voz ni le temblaba el cuerpo. Le temblaba el corazón. Él no pensaba que fuera así… solo quería tener un matrimonio feliz y que cada uno cumpliera su parte. Ella intentaba ser la mejor esposa, tal y como le habían enseñado. Siempre con la comida lista, la casa limpia y la plancha hecha. No salía muy a menudo porque sus obligaciones no le dejaban tiempo para mucho más, y además, qué iba a pensar su marido si saliera con las amigas. Intentaba que Martín no se enfadara con ella, pero a pesar de su empeño, cada día hacía algo mal.

Noelia sumó una más aquella tarde a la larga lista, después de veintiocho cuchilladas e incontables golpes. Durante años, creyó que Martín cambiaría y se haría más bueno, porque más no la podía querer. Es lo que le repetía después de cada paliza. Pero aquella tarde, justo después de la última cuchillada, la mortal, supo que estaba equivocada y que eso no era amor. El amor no era sangre, ni moratones, ni humillaciones, ni lágrimas. Y tampoco sumisión. Ya era muy tarde, se estaba desangrando y no estaba dispuesta a escuchar otra vez la palabra ‘perdón’.


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HIJA DE LA MONTAÑA. - Por M.C.B.S.

Cuando me acerqué a su cama unos grandes ojos oscuros me miraron. Su nombre era Parvati que significa “hija de la montaña”, había perdido a su familia en el terrible terremoto que había asolado Katmandú. Su hogar quedó destruido.

Todas las mañanas acudía a la cama de Parvati. Mientras limpiaba sus heridas le hablaba. Al principio estaba en estado de shock y ni siquiera me miraba, pero poco a poco, a medida que fueron pasando los días Parvati cambió. Primero sonrió cuando comencé a leerle un libro de cuentos, sentía curiosidad y comenzó a hacerme preguntas. Hablábamos de su mundo y del mío, de su vida y de la mía. No comprendía por qué los niños de mi país necesitaban tantas cosas raras para ser felices. Para ella lo más divertido era subir a la montaña, escuchar el sonido de los animales y sentir la naturaleza que le rodeaba, el fluir del río, el olor de la hierba fresca, el aroma y el color de las diversas flores. …

Cuanto teníamos que aprender y que poco luchábamos por despojarnos de lo innecesario. Allí en medio de la pobreza era feliz, quedaba mucho trabajo por hacer, mucho que reconstruir. Parvati cada día se encontraba mejor y yo temía el día que tuviera que irse del hospital ¿qué sería de ella? Comencé a darme cuenta de que la amaba como a la hija que nunca tuve. Tras un largo proceso conseguí su adopción.

El día que volví a verla, caminaba junto a otros niños en un campamento de refugiados. La llamé, ella dirigió sus preciosos ojos hacia mí, una gran sonrisa inundaba su rostro. Nos fundimos en un abrazo eterno, no podíamos hablar, nuestras lágrimas recorrían nuestras mejillas, unimos nuestras manos y nos fuimos juntas para comenzar una nueva vida.


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POR LA MAÑANA. - Por N.S.S.H.

- “Teo, vístete es hora de ir al colegio, tienes preparado el desayuno (zumo, tostadas, leche con cacao y cereales) no te olvides de coger el almuerzo, hoy tienes bocadillo de atún, que tengas un buen día hijo, nos vemos por la tarde”.

- “Ana, buenos días, hoy tenemos una enfermera nueva, se llama Aurora y va a venir toda la semana por las mañanas, ella se va a encargar de darte la medicación, y de atenderte en lo que necesites. Esta semana tienes sesión, por eso las clases serán opcionales”.

- “Raúl, Héctor te espera en la puerta para ir al colegio, en la mesa tienes un trozo de pan, a ver si a la hora de comer puedo poner algo de pasta, te quiero hijo”.

- “¡¡¡Papá!!! No quiero ir…, no me encuentro bien, hoy no, las niñas de la clase no me dejan en paz, me insultan, no quiero, PAPÁÁÁÁ, quiero quedarme en casa”.

Sólo algunas voces de niños de un mismo país, puedes imaginar cómo serán los amaneceres de niños de: Dinamarca, Perú, Filipinas, Suecia, Japón, Francia, Etiopía, Eritrea, Jerusalén, Siria, New York, Burundi, Liberia, China, Níger, Sierra Leona, Somalia, Chipre, Grecia, Bogotá, Brasil…

Niños y niñas, sólo niños y niñas, presente y futuro.


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DOBLE FELICIDAD. - Por U.M.A.

De nuevo se encontró la maestra con aquel mendigo. Recientemente se había situado cerca del colegio, sólo para pedir limosna. Ella sintió lástima por él; ese mismo día, después de las clases, echó unas monedas en el vaso de plástico que él sostenía con tanta firmeza. Repitió la misma acción todos los días lectivos. Era feliz con su vida sencilla y su gesto solidario era una razón más para existir.
Un día, el mendigo supo que el nombre de esa mujer era Silvia. Tuvo una corazonada, al llamarse igual que su hermana. Realmente, hacía años que no contactaba con su familia. En su juventud había sido problemático y acabó huyendo de casa. Ahora se sentía desolado y no le veía ningún sentido a la vida.
Tal era su desesperación que, en el momento en que la maestra aportó su granito de arena, decidió preguntarle de una vez por todas.
—Perdone la intromisión, ¿usted se llama Silvia Carrascosa?
—Sí -respondió sorprendida-, soy yo.
— ¡Qué casualidad! -exclamó con los ojos llenos de lágrimas-. Yo soy Tomás, tu hermano.
Entonces los dos se abrazaron llenos de emoción. Ella se sintió feliz, pero no sólo de haber encontrado a su hermano. También por haber sacado a alguien de la pobreza.

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martes, 26 de abril de 2016

DESDE ANDRÓMEDA. - Por K.M.R.R.

¡Espirales! - he gritado-, por fin resolví las ecuaciones que me llevarían a conocer ese lugar del que todos hablan. Ese planeta lejano pintado de verde y azul, bañado por el amarillo de los rayos de su sol. Ese ente que gira cada segundo y cada hora; sin importar cuantas supernovas exploten a su alrededor y cuantos meteoritos desaparezcan; sigue rotando cual bailarina de ballet en su acto sublime.

¡Espirales! -he vuelto ha gritar-, y es que en nuestra galaxia, Andrómeda, solo soñamos con visitar la tan conocida Vía Láctea, en la que existe ese famoso planeta Tierra. Donde no hay fronteras. Donde el perfume de la aurora se mueve suavemente y acaricia la piel, sin importar su color ni textura. Donde el único idioma es la sonrisa y la mayor riqueza el amor.

En ese instante, salgo del dispositivo de sueño automático, cual átomo estimulado a la velocidad de la luz. Me levanto. Sonrío. Contemplo una nebulosa brillante a través de mi ventana y me pregunto cómo pude completar la pieza faltante para el viaje intergaláctico hasta el planeta de la equidad y la justicia.

Miles de años luz después, me encuentro suspendida. Orbitando sobre la Tierra, observo su grandiosidad. Me acerco. Veo un niño descalzo, un joven en esmoquin; un vendedor tímido, una joven que lo ignora; una madre protegiendo a su bebé y un vehículo que la esquiva violentamente.

¿Qué es lo que veo?¿Dónde está el amor y la igualdad de la que tanto hablan? Debe ser efecto secundario del viaje. Me muevo un poco más hacia occidente. Veo risas, alegría, luces. Hago un giro. Veo desiertos, veo hambre, ansiedad y tristeza. Mi corazón se quiebra. Enmudezco.

¡No lo resisto! ¿Qué le ha sucedido a los terrestres? Debo arreglarlo, debo cambiarlo. Me dirijo hacia la tierra. Todos me ignoran. Lloro sin consolación y luego escucho una voz. ¡Tranquila! -susurra mi madre-, era solo un sueño. Hace muchos siglos, la Tierra se consumió a sí misma.


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DISFRUTA DEL MUNDO AMÁNDOLO. - Por C.J.G.

Cada verano me iba al pueblo, a casa de mi abuelo. Así podía respirar aire puro.

Todas las mañanas me despertaba temprano, acompañaba a mi abuelo a la plaza del pueblo, allí siempre repartían comida a todos los que lo necesitaban. Yo le preguntaba que por qué hacía eso, y él me respondía que si él tenía cosas que algunas personas no podían conseguir, no era justo que no lo compartiera con ellos ya que lo había conseguido en la Tierra, y la Tierra y todo lo que hay en ella es de todos.

Después yo me quedaba jugando con la vecina a las muñecas. Mientras el abuelo ayudaba en el hospital del pueblo. Llevaba libros a los mayores y contaba historias de hadas a los niños.

Antes del medio día paseábamos cerca del río, me recordaba siempre el gran tesoro que es el agua. También aprovechaba para preguntarme qué tal me iba en el colegio. Algunos días se ponía triste. Quería que cuando yo fuera mayor yo pudiera estar allí con mis nietos y pudiera disfrutar de esa naturaleza. Pero decía que cada vez la Tierra estaba más enfadada con nosotros porque no la cuidábamos bien y poco a poco iba cambiando.

Por las tardes cuidábamos los animales y las plantas. Había que cuidarlos mucho, porque vivimos gracias a ellos. Terminaba muy cansado al final del día, pero lleno de felicidad.

Lo echo mucho de menos, ojalá muchas personas fueran como él. Me enseñaba a disfrutar del Mundo amándolo. Siempre que puedo vuelvo al pueblo, es un lugar especial que te hace sentir como en casa, siempre se ayudan unos a otros y te reciben con los brazos abiertos. El Mundo entero debería ser así.

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HASTA LA TIERRA ES FELIZ. - Por C.J.G.

Me acabo de despertar. Me he tomado un vaso de leche fresca y he salido corriendo de mi casa. Quiero llegar pronto a la playa y tocar el mar.

Me he cruzado en mi camino a muchas personas, se les veía felices, sentía la paz en sus ojos.

Puedo oler el aire puro y las plantas, qué espléndido, hay un montón de ellas y se ven sanas y fuertes.

A lo lejos veo animales de especies diferentes. Están tranquilos y alegres. Me encantaría jugar con ellos.

Acabo de llegar a la playa, puedo tocar el agua, es tan clara, se ve tan bella. Me doy un largo chapuzón, floto en el agua y observo el cielo. Un cielo azul, con grandes nubes blancas, parecen de algodón, me gustaría tocarlas.

Salgo del agua y camino por la arena. Siento que estoy en un Mundo maravilloso. Las personas están contentas, comparten todo. No hay hambre ni pobreza. Trabajan unidos cuidando de la Tierra. No discuten, no hay guerras. Todos cuidamos de todos y de todo. Hasta la Tierra es feliz.

Me despierto. Estaba soñando. Que bien me sentía en ese sueño. Que cerca tenemos la felicidad en nuestro Mundo. Si pusiéramos de nuestra parte…pero ha sido un sueño, aunque a veces los sueños se hacen realidad.

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¡RECUPEREMOS LO HUMANO! - Por M.A.F.F.

Ella llegó vestida de luto y roja escarlata, a su llegada no se esperaba que lograra seducirnos. Cada una de sus pisadas hacían que su huella fuera imborrable y, sobre todo, inolvidable. Aunque nadie la esperaba, llegó y tuvimos que crecer viéndola y sintiéndola. Primero, tapó nuestros oídos; luego, cegó nuestros ojos y finalmente, invadió nuestros corazones. Nos olvidamos que éramos hermanos, amigos, primos o vecinos. Nos acorralamos bajo el temor y los supuestos y comenzamos a creer que el otro, ese con quien antes solíamos jugar, ahora, era el enemigo. Nuestro enemigo. Olvidamos con su llegada las caricias, los abrazos y los besos porque eso era innecesario. Soñar, desear, creer eran cosa del pasado. Ella era mecánica, calculadora, frívola. Hablaba de “bajas” y “daños colaterales”. Su realidad era monocromática y solía no mirar atrás. Para ella no había hombres, tan sólo números. Nunca conoció el amor y mucho menos el afecto. En el tiempo en que estuvo aquí, lo humano siempre fue fútil. Nadie dijo nada a pesar de que siempre hubo alguien que, cuando pensó que podía hablar le taparon la boca, que, cuando pensó que podía volar le cortaron las alas, que cuando pensó que podía pintar le rompieron los lienzos, que cuando pensó que podía crecer prefirieron desraizarlo. Siempre hubo alguien que, cuando pensó que podía vivir le llenaron de miedos, que, cuando prendió una vela se la apagaron y que, cuando pensó que las cosas podían cambiar se lo negaron. Hoy dicen que ya no hay nadie que dialogue, nadie que hable y mucho menos que piense porque las cosas siempre fueron así y así serían siempre, porque, así como se hizo en el pasado, en el presenté también se haría igual. No obstante, siempre faltó manos, faltó oídos, faltó lo humano que permitiera lo vivo, la emoción, el perdón y el afecto; que hiciera presente la memoria, la acción y la emoción. Hoy ella se va, pero el trabajo nos queda a nosotros y, así las cosas, la pregunta sería: ¿cuál es el camino que queremos transitar?


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lunes, 25 de abril de 2016

UN DÍA CUALQUIERA. - Por J.C.S.

Respiro. Sobre mis párpados, pequeños rayos de sol me avisan que el día ha empezado. Me siento bien, tranquila y descansada. Mi cuerpo, ha sabido apreciar la calidez y esponjosidad de mi cama. Respiro de nuevo. Todo un día por delante, me espera: - ¡Soy toda tuya, día!

Me dirijo a mi lugar preferido de la casa; mi oasis, mi laboratorio de experimentos, mi pista de baile: ¿Qué me preparo para desayunar? Lo de siempre, no me cabe la menor duda: tostadas con café. El aroma del café invade la casa; lo inhalo. Me encanta. Mientras tanto, el aseo me espera. Agua tibia va resbalando por mi cuerpo, la espuma me acompaña. Huelo a melocotón. El desayuno está listo. Lo saboreo y disfruto.

Salgo a la calle, la primavera ha estallado. Respiro. Los árboles me presentan sus nuevas flores, paseo tranquila y poco a poco por todo el parque. Hoy pasaré el día con mi familia. ¡Qué ganas tengo de verlos! Comeremos juntos. Cómo me gusta verme rodeada por todos esos bracitos, disfrutar de sus conversaciones, sentirles. Sonrío.

Una comida deliciosa, y qué decir de la compañía. La tarde, pasa volando. Los miro y disfruto y disfrutando se van yendo las horas. Asiento satisfecha. Me siento afortunada.

Ya de vuelta a casa. Son las nueve y media de la noche, hoy ha sido un buen día; ¡un día excepcional! Y yo me pregunto: ¿Cuántas personas de este mundo se meterán a la cama teniendo esta misma sensación? Enmudezco. Me siento abrumada. Mis pensamientos se paralizan. Una sensación de vacío recorre todo mi cuerpo. No sé qué decir, qué pensar. Vacío.

¡Ah!, disculpadme, hoy ha sido mi cumpleaños; acabo de cumplir los 80. A pesar de mis años, no tengo respuesta, pero sí tristeza. Respiro.


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SÓLO QUIERO SER UN NIÑO. - Por R.O.L.

El niño más pequeño y callado del poblado, abrió la puerta lentamente, sin hacer ruido, sólo quería pasar desapercibido, que nadie le viese, sentirse aún más pequeño… Por aquel tímido atisbo de luz, con sus rodillas arañadas apoyadas en el suelo y asomando sus esperanzados ojos negros de mirada cansada, escuchaba, sin pestañear, las palabras de la maestra, sumergido en un utópico sueño del que no quería despertar… Que no venga mi padre, pensaba, que no me vea; quiero ser un niño; quiero leer, escribir, aprender, tener amigos,… Sólo soy un niño; sólo quiero ser como los demás.


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MI DÍA. - Por J.O.B.

Me he levantado tarde, como siempre, con un dolor de espalda tan insistente, que hace que todo lo demás carezca de importancia.

“Será el colchón” pienso con rotundidad, o, quizá, será que ayer cambié un mueble que, no sé por qué, me molestaba cuando lo veía en el sitio dónde, y desde siempre, descansaba.

Busco con esa miopía vital que me caracteriza una excusa simple, cuando sé que mi dolor empieza tras el visillo gris de mi habitación indefinida.

¿Por qué, pienso, saludable es sólo comer bien, hacer deporte y vivir en un ambiente incontaminado?, ¡qué sencillo me lo pones, amigo!, hasta podría conseguirlo a poco que me lo propusiera, pero para mí saludable es verte todas las mañanas, sentir nuestras miradas limpias, saludable es fluir en un ritmo cadencioso a tu lado, quererte hasta el dolor … Y luego, juntos, abrir la puerta, salir al mundo y abrir los brazos hacia los demás, sin pudor, sin pereza, hasta el amanecer. Siempre.

Porque no podemos ser indiferentes ante el sufrimiento ajeno, eso sí que no es saludable. No podemos cerrar los ojos a la vida entendiendo que sólo es nuestra y que la gente que nos rodea únicamente forma parte del escenario, restando importancia a su protagonismo. Yo esa vida no quiero vivirla, porque no es saludable y porque me encierra en el reducto de las desesperanzas, el egoísmo y me encamina a ninguna parte. Tengo que renacer.

Palabras, palabras y más palabras. Pensamiento solidario. No sé si sabré salir al mundo, sé que tengo la llave de mi vida en el bolsillo, pero no tengo tan claro que sepa ofrecérsela a quien no tiene dónde reposar su inquietud. Tengo que seguir intentándolo y no convertirme en el ser que sólo es en el pensamiento, porque esa actitud es no saludable.


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domingo, 24 de abril de 2016

LA COLECCIONISTA DE MUÑECAS. - Por P.A.A.

Todos los domingos acudía al mercadillo, ese día fueron unos pequeños muñecos negros viejos tirados en el suelo los que llamaron su atención. Eran tres, con cinco euros fueron suyos. Llegó a casa, un baño de espuma, una restauración y el principio de un proyecto solidario. La recordaron a sus pequeños niños de Madagascar donde viajaba de cooperante en verano. Los vestiría con lo que le gustaría que fueran, uno de ellos, un guapísimo colegial con uniforme, el otro que le faltaba una pierna, un impecable enfermo con un elegante pijama en un hospital bien atendido y el tercero sería un bebé con un buen biberón en la mano de papilla nutritiva. Repitió la visita y la colección fue aumentando. Esta vez fue un muñeco de tez negra pero de pelo blanco al que le vistió de abuelo dispuesto a jugar la partida en una residencia, a una madre que vistió de cocinera con una cazuela no solo de arroz sino con muchos ingredientes, carne y pescado. Un apuesto muñeco con rizos mulato lo trasformó en agricultor con un vistoso mono verde de trabajo. Pasaron los meses y los acontecimientos llegaban, la siguiente fue una pequeña muñequita con coletas a la que vistió con un buen salvavidas y no viajaba en patera sino que un buen barco de juguete la trasportaba. Llegaron los terremotos, dos hermanos negritos con ropa de abrigo fueron tapados con unas mantas de ganchillo y unos sacos de dormir. Tuvo que comprar otros dos para hacer lo mismo con los refugiados. La colección nunca se acababa aunque la inversión era escasa ya que aprendió a regatear. Decidió hacer una exposición, mostrar que lo único que les faltaba a los muñecos era hablar y dar las gracias. Una forma de concienciar a través de una negra pero profunda mirada de plástico.


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LUMEN DE SEDA. - Por P.G.D.C.

Quizás no sepa quién soy.
Otra viene detrás de mí.
Ella, llama a Dios y le hace un hueco en su mesa.
Mira atrás cristalizando el árbol,
y la corteza se agranda a los muslos de la vida.
Magnéticas son las flores del perdón
donde vierte la arteria, en la sempiterna estirpe de Eva.

Tiras de tantas mujeres cada día,
que fecunda demasiadas muertes cada noche.
Abriendo su vientre al azote desgastado,
al génesis que la nombra se hizo lenguaje.
Mater amantísima, Mater entre las mater.

La tarde, perra vieja tras el cansado estigma
retorna inmóvil al desaliento de las rodillas.
La tarde, esa que cae como un viejo borracho,
pesa sobre la espalda inclinada a la tierra.
La mujer de seda de Anantapur,
¡No te quejes, no debes quejarte!
Otra viene detrás de ti, tan solo conoce
el mortífero olvido del infierno.



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APUESTAS POR LA IGUALDAD. - Por Púa

Hola. Mi nombre es Púa. He decidido escribirles para hablar del tema tan manido que es la pobreza.

De pequeña, estar siempre en la calle y jugar era lo que más me gustaba. Aunque al ser tímida no atesoraba muchos amigos. Contemplar las estrellas por la noche y seguir su ruta fueron otras de mis aficiones. Lo de comer dos veces al día no lo llevaba muy bien, me quedaba con hambre a menudo. Tenía los abrazos de mis padres cuando estaba triste y me acurrucaba junto a mi hermana para sentir ese otro calor, humano. Mi vestuario era digno de un desfile de modelos donde compartía la ropa de otras personas, no les valía ya o se desprendieron de ella porque no les satisfacía. Paseaba por los campos repletos de flores en primavera, sin medir el tiempo. No teníamos televisión, libros o periódicos para estar al día. Pero sí me gustaba escuchar las historias de la gente de mi pueblo. Yo era casi feliz.

Ahora que soy adulta, me siento triste muchas veces. Nos bombardean con la falta de voluntad política, presión de las élites ricas y poderosas pero pienso que, sobre todo, deberíamos de incidir en acabar con la desigualdad, significaría una merma importante en cuanto a la pobreza de los países subdesarrollados. ¿Cómo conseguirlo? Por ejemplo: disminuyendo los sueldos excesivos; sin contaminar tanto para que uno de nuestros más preciados recursos, el agua potable, llegue a más personas. Y sobre todo, sin dejarnos llevar por el ansia de consumismo. No necesitamos tanto. Se puede vivir sin derrochar.

¿Qué les parece? Son medidas fáciles de conseguir si todos ponemos nuestro empeño, yo la primera. Un saludo.

Púa /2016

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sábado, 23 de abril de 2016

LA MUJER POLICÍA. - Por M.J.M.M.

Mi madre me decía de pequeña que era una cabezota y me gustaba llevar la contraria, pero yo no lo creo, lo que no me gustaba era que me trataran de modo distinto que a mis hermanos solo porque yo era mujer.

A ellos les inculcaron desde pequeños que me tenían que cuidar y a mí que les tenía que servir, pero yo no estaba por la labor, ni era sumisa ni servicial, y me revelaba pues no me gustaba que me controlasen ni que siempre fuese yo la que tenía que ayudar en las tareas de la casa, a ellos casi nunca les mandaban esas cosas.

¡Qué niña más protestona! —decía mi abuelo— toda la vida las mujeres se han ocupado de la casa y de cuidar al marido y los hijos. Eso era en tus tiempos —le contestaba yo— ahora las mujeres trabajan fuera de casa y todo se hace a medias. Él era un machista de cuidado y con una mente retrógrada.

Cuando dije en casa que quería ser policía, se lo tomaron a risa, pero cuando vieron que yo iba en serio intentaron desanimarme diciéndome que no era un trabajo para una mujer, que somos más débiles físicamente y no iba a pasar las pruebas. Mi madre llegó a decirme —¡Qué pena! con lo mona que tú eres y vas a tener que ponerte ese uniforme que no favorece nada — pero yo ni caso, todo lo contrario, esos comentarios hacían que me creciese aún más, fue para mí como un reto personal.

Fui a un gimnasio a prepararme a fondo, me sobraban unos kilos y no era precisamente una atleta, así que endurecer mis músculos fue muy duro, me dolía todo el cuerpo, pero al final conseguí tener buena forma física.

¡Y vaya si pasé las pruebas! Con mucho esfuerzo y trabajo, pues siempre he tenido que demostrar lo que valía.

Mi familia cambió de opinión, se dieron cuenta de que podía ser independiente y autónoma.

Soy consciente de que si hubiese nacido en un país subdesarrollado no lo hubiese conseguido, pero aún aquí y después de unos años, sigo viendo casos de machismo. Yo tuve acceso a una educación, pero a muchas mujeres no les permiten estudiar y es la base para lograr la igualdad de género y una sociedad más tolerante y civilizada.


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viernes, 22 de abril de 2016

VACÍO. - Por L.M.O.A.

Hay un vacío en el medio, un vacío en mi cama, un vacío en mi alma.
Hay un vacío en medio de nosotros, en el mundo y en lo profundo.
Es un vacío que tratamos de maquillar, de llenar y de olvidar,
pero ahora el vacío es tan grande que no lo podemos negar.

Vacíos están nuestros bolsillos, nuestros anillos y nuestros amigos.
Vacía está la tierra que se aferra a su vida.
Vacío esta el mundo que no nota que está mudo.
Vacíos estamos todos los que vivimos y destruimos.
Vacío esta el cielo que nos mira con recelo.

Hay un vacío en la tierra que poco a poco se va quedando muerta,
vacía esta mi huerta que no amula ni pelecha.
Vacía está la hacienda, roñosa y mañosa.
Vacía está la tierra imponente y vigorosa.

Vacío está el planeta que nos afrenta y nos aborta,
Vacía está mi casa que se agrieta y se arrebata.
Vacía está mi cama en la que no quedará si no mi alma.


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MENTE SANA, CUERPO SANO. - Por L.M.O.A.

En la mayor parte del mundo no se concede a la salud mental y a sus trastornos la misma importancia que a la salud física; al igual que muchas enfermedades orgánicas, los trastornos mentales y conductuales son consecuencia de una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales; sin embargo, el presupuesto para salud mental de la mayoría de los países es inferior al 1% del gasto total en salud.

Estos trastornos afectan a personas de todas las edades en todos los países y son causa de sufrimiento tanto para las familias y las comunidades como para los individuos. En la mayor parte de los casos pueden diagnosticarse y tratarse de manera eficaz, pero la indiferencia de la sociedad y/o el abandono estatal han permitido que los casos se incrementen convirtiendo a los trastornos mentales en un ¨fantasma¨ para los sistemas de salud en el mundo. Distinguir entre salud mental y salud física, no deja de ser una división creada por el lenguaje; pues los trastornos mentales son también problemas de Salud Pública que merecen políticas de tratamiento, preventivo y correctivo.

Nuestra tarea es comprender trastornos como la depresión que como se cree erróneamente no es una enfermedad ¨individual¨ que afectan al individuo en su ehtos si no que también afectan a su cuerpo y a su relación con la comunidad. El comportamiento de un individuo en materia de salud depende en gran medida de su salud mental, ¨Mente sana, Cuerpo Sano¨.


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HORA DE RECONSTRUIR NUESTRAS CERTEZAS. - Por E.O.P.

Esta ya no es época de milagros, los niños no juegan en las calles y los bufones invaden de diez a diez nuestras salas de estar. Son, sin duda, malos tiempos para la fe.

Al llegar a casa, J. enciende la televisión. Escucha de fondo el rumor de la presentadora. 2 nuevos desahucios. 41 millones de euros robados. 125 muertos en el Mediterráneo. 3412 refugiados gaseados. J. mira extrañado la televisión. Un chasquido se escapa entre sus labios. Números y más números se deslizan por su retina. Números fríos, sin una cara detrás. Números que no tienen culpa de nada. Números que lo explican todo.

Explican las fronteras que se inventaron hace ya unos siglos; la deuda infinita de África; el hambre del hemisferio sur y el olvido de los pobres en el del norte. El humo tragándose las ciudades; humo convertido en neblina espesa, casi llovizna ácida, allá por Asia. Explican el petróleo y Siria en ruinas. Explican las casas vacías, los edificios por acabar y un cartón extendido en el subterráneo acompañado de un periódico a modo de almohada improvisada. Explican todos y cada uno de los derrumbes de certezas a los que hemos asistido impasibles desde nuestros sillones.

Explican todo y, sin embargo, J. solo hace que pensar en las camisas de su armario, todas iguales y bien planchadas, camisas destinadas algunas a no ser usadas jamás, nuevas y viejas a la vez.

Por fortuna, J. se recuerda que sus pequeñas contribuciones no deben caer en el olvido. Recicla, ayuda a un par de ONG y está pensando en comprar una placa solar para la terraza. Además, sigue los consejos de ahorro energético que la doña Pilar, la vecina del quinto, le dicta cada vez que toman el ascensor. No es mucho, lo sabe, pero es más que lo que hace el resto de su pandilla.


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jueves, 21 de abril de 2016

ATISBO DE LUZ. - Por C.T.A.

Todo está negro. No escuchas nada. Solo hay silencio. Un silencio aterrador. No puedes moverte. Te das cuenta de que estás atada a algo rígido que se te clava en la espalda, pero a pesar de eso no eres capaz de sentir el dolor. Te has acostumbrado a él. Eso no es bueno, significa que llevas así mucho tiempo. El pánico se va apoderando de cada milímetro de tu cuerpo cada vez con mayor rapidez. Necesitas salir de ahí, de ese estado incierto y de opresión en el que te encuentras. Nada, no pasa nada. Intentas gritar pero algo te está tapando la boca. No es un trozo de tela, son unas manos, unas manos gruesas y despiadadas. El miedo te paraliza y te sientes vulnerable e impotente a la vez. Sin embargo sabes que eres fuerte. Más fuerte de lo que en realidad te imaginas. Algo dentro de ti se enciende y de la nada un atisbo de luz empieza a emerger. La oscuridad se va disipando paulatinamente pero lo que ves es una realidad mucho más oscura: cientos o incluso miles de mujeres van apareciendo a tu alrededor. Están en la misma situación que tú. 

La negrura ha desaparecido por completo y ahora puedes ver con claridad que lo que te retenían eran cadenas. La rabia y las ganas de luchar ganan al terror ante la tan deshumana escena. Las cadenas empiezan a desvanecerse. No solo las tuyas. Todas las mujeres están libres. Algo ha cambiado. Un espíritu de optimismo y rebeldía inunda la estancia. Sientes el apoyo de las otras. Todas sois una. Y tenéis un mismo objetivo común: hacer que esas cadenas y esas manos que os mantenían prisioneras no resurjan.

Aquella chispa que se encendió dentro de ti ha logrado alcanzar la libertad.


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GRANO A GRANO. - Por S.G.U.

Vaya reto para un cocinillas hacer una paella para treinta personas. Por eso, le sorprendieron los elogios y la recaudación mayor que la esperada. Su hermano se centró en los jabones, los recopilaba en los hoteles que tanto frecuentaba y hasta los “distraía” del carro de la limpieza burlando a las cámaras de seguridad, como un postmoderno Robin Hood. A su hermana la tradicional venta de papeletas navideñas se le quedó corta, así que organizó una concurrida fiesta de solteros. Hasta la abuela contribuía comprando cartones de bingo en el hogar del pensionista. Y otros veteranos comprometidos eran los antiguos tunos que en un mes ofrecieron un recital tan taquillero como los de antes. Aunque lo más lucrativo y trabajoso, era el mercadillo anual. Todos se afanaban en recopilar, clasificar, ordenar, tasar y, sobre todo, recaudar.

Gracias a esas iniciativas dispares, como los granos de arroz de la paella fueron confluyendo y en la otra punta del mundo, se transformaron en el primer pozo de agua del poblado que, por fin consiguió una cosecha tan fecunda que hasta tuvieron que almacenar. Tras el silo, llegó la escuela y aprovechando su ampliación surgió el botiquín atendido en sorprendente armonía por el chamán y la primera enfermera diplomada que salió del poblado. Ambos recetaban jabón a todos y hasta iban a la escuela a enseñar cómo hacer un buen lavado de manos. Todo ello bajo el cartel que les recordaba el nombre de la ONG que les había dado una vida mejor: “Hijos del agua”.


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EL PRINCIPITO. - Por G.A.R.

Soy el niño más afortunado del mundo. No lo digo por decir. Sino porque soy el único de mis amigos que vive en un castillo. Sí, has leído bien, en un castillo. En mi castillo siempre usamos velas cuando cae la noche. Mi Mamá dice que es mejor que la electricidad y en los castillos no se usa luz artificial. De camino al colegio vamos siempre andando porque no tenemos coche y no podemos permitirnos un caballo, a pesar de pertenecer a una dinastía importante, dice mi Papá. En mis aposentos siempre hay grietas y los días de lluvia mi Mamá tiene que colocar cubetas de forma estratégica para que no se encharque todo mi dormitorio. Las paredes no están pintadas. Es el ladrillo lo que reina en todo el hogar. Mis padres nunca comen conmigo. Dicen que al ser un príncipe debo de comer en soledad.

Soy el niño más afortunado del mundo. Soy hijo de unos Reyes importantes.

Al crecer me fui dando cuenta que aquel quinto sin ascensor a las afueras de la ciudad era de todo menos un castillo. Era una casa ocupada por mis padres porque el banco nos desahució. Aún puedo recordar al pasar por aquella casa el universo que mis padres crearon para no hacerme sentir mal.

Ahora vive otra familia de la que soy amigo y la visito siempre que puedo.

Bajo del coche y toco el claxon varias veces para que la más pequeña del castillo se asome.

- ¡Su carroza está lista princesa! - le grito antes de que baje para llevarle al colegio.


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OLAS DE PLÁSTICO. - Por M.R.G.G.

Un brusco vaivén me despierta repentinamente. Me incorporo sobre la litera y veo a Raquel ya vestida,

-¡Corre!, apresúrate, hay que subir a cubierta.

Raquel y yo somos compañeras además de amigas, juntas nos hemos embarcado en esta aventura. No nos falta entusiasmo ni empeño, pensamos que este proyecto de la Universidad se ajusta al rumbo que queremos tomar. Nuestra aportación servirá para limpiar parte de la basura que flota como archipiélagos venenosos sobre el mar. Mueren multitud de aves marinas y mamíferos acuáticos a causa de esta polución.

La tormenta amaina, entre las ponzoñosas nubes se asoma una luz que despierta el alma, amanece sobre nuestra inmensa pequeñez.

El claqueteo in crescendo atrae nuestra atención, un abanico de desperdicio plástico flota a la deriva, una inmensa postilla; una herida hostil y despiadada.

Llegado a este punto Martín nos da instrucciones a todo el equipo de voluntarios, ¡aquí hay mucho que atrapar!

Funcionando como piezas encajadas en un puzle, la labor disminuye y concluye. No las fuerzas y las ganas de engullir esta lacra.

Pronto volveremos a casa, dejando atrás cielo plástico y agua, alimentado el corazón de belleza, aflicción y firmeza. ¿Puede alguien detener el despropósito de esta injusticia?


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EN CASA DE LA ABUELA. - Por A.T.S.

Juan mira desde fuera de la tapia como su abuela trajina por la huerta. Ha sujetado el delantal por el borde improvisando una bolsa donde, con la mano que le queda libre, va colocando unos tomates, algunos pimientos y un puñado de alubias verdes. Aún arranca una lechuga, le sacude la tierra y le quita algunas hojas que arroja por encima de la valla que rodea el espacio destinado a las gallinas. Juan abre la cancela de madera y entra acercándose a su abuela mientras la saluda con la mano. Una hora después están sentados a la mesa dispuestos a comerse las verduras que la abuela acaba de recolectar acompañadas de unos huevos que el propio Juan ha recogido, como cuando era un niño.

- Abuela, ¿sabes que esto que haces se llama producción y consumo responsable?

- No hijo, esto se llama sacar provecho de lo que da la tierra para ir viviendo, ni ricos ni pobres, como se ha hecho toda la vida.


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DESCARRÍO. - Por J.L.S.

El olor se hacía insoportable, casi tanto como el calor. No corría el viento, apenas existía; una leve brisa acariciaba su pelo, mezclada con el humo. El cielo, atroz como el peor de los sueños, ocultaba toda esperanza. Las nubes negras colmaban el espacio y las enormes columnas de humo ascendían hasta perderse en la inmensidad. La tierra estaba seca, sin el menor ápice de vida. Era como el barro seco. La arena estaba árida y con un toque rojizo parecido al óxido.

—¿Por qué me has traído aquí? -Preguntó el joven. Estaba confundido. Tapaba con las manos sus fosas nasales para no seguir respirando aquel aire desalentador.

—Me preguntaste como sería la Tierra dentro de cien años y yo te respondo, muchacho –manifestó el anciano-. No me creíste cuando te dije que tenía el poder de visualizar el futuro, de ver a través de los ojos del tiempo.

—Pero…aquí no hay nadie. No veo nada, solo humo y arena.

—Ya nada existe –declaró el anciano-. La guerra del petróleo acabó con todo. Fue el principio del fin. Las energías alternativas quedaron terminantemente prohibidas y su investigación quedó relegada al olvido. El planeta no pudo soportarlo…y acabó con nosotros. Y nosotros con todo.

—¿Y qué puedo hacer? No lo entiendo. Solo soy un crío. ¿Por qué me enseñas esto?

—Y por eso eres nuestra esperanza. Eres el futuro, junto a otros millones de jóvenes en todos los rincones del planeta. Esto es lo que quedará en un futuro. Fuego, humo y oscuridad. No se trata de la acción de una sola persona, sino de un gran colectivo que luche día a día por la supervivencia de nuestro hogar. Este sendero conduce a la perdición. Pero hay otros caminos.

—Caminos que deben ser descubiertos…descubiertos con la ayuda de todos.


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ESCARCHAS. - Por J.P.

2030 y el mundo celebra la declaración de la ONU de la erradicación del SIDA en el mundo. La noticia me hizo recordar cuando hace años visité a un amigo VIH+. Un paciente contiguo se atragantaba. Lo ayudé, tomé su mano huesuda y al ver sus uñas con esmalte escarchado sólo hubo luces y aplausos alrededor. Lo vi salir al backstage, sacarse la peluca y desvestirse rumbo al camerino: “Che querido ayúdame, saldré con un tipo buenísimo del público”. Antes de irse le ofrecí un condón. Dudó pero lo recibió dándome una caricia con sus uñas aún con escarcha. “Gracias”, dijo. En el hospital una mancha de vómito reposa en una cama vacía.


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DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA EN AMÉRICA LATINA. UNA VISIÓN DESDE LA SOSTENIBILIDAD. - Por E.N.B.

La distribución de la renta es generalmente desigual en todos los países, afectando los sectores menos favorecidos y de dicho escenario no escapa América Latina, esto a pesar de que los países de la Región cuentan con estrategias que contemplan la equidad social, como parte de sus Políticas Públicas.

Una de las formas de analizar tal distribución se construye a partir del Coeficiente de Gini, indicador del cual se derivan los niveles de desigualdad de la renta percibida por los hogares y cuya cifra mientras más cercana a cero refleja menor desigualdad y, si se acerca a uno muestra mayor inequidad. El Gini de la Región fue de 0,491 en 2014 mostrando decrecimiento con respecto a los períodos anteriores, en oposición con la distribución del ingreso per cápita por quintiles, que mantiene concentrado los recursos en la población con mayor Renta (Q5), que recibió 54,50% en contraste con población menos favorecida (Q1) que solo percibió 3,90% de dicha Renta. (CEPAL, 2016)

Lo cual pone en evidencia que existe una problemática, ya que a pesar de América Latina sostener el crecimiento del PIB; los beneficios compensatorios positivos derivados de dicha Renta, no se trasladaron equitativamente hacia la totalidad de la población y por ende no incidieron de manera directa en el Bienestar Social. Esto demuestra que no se cumplió lo afirmado por Dollar y Kraay (2002), quienes señalan que siempre se obtendrá un impacto “uno a uno” del PIB per cápita sobre los ingresos del quintil más bajo, influyendo de manera directa en los niveles de vida de la población por medio del efecto “trickle down”.

Por lo indicado previamente se puede observar que América Latina aun debe enfrentar grandes retos, con la finalidad de lograr crecimiento económico y bienestar social de forma sostenida y en consecuencia cumplir el ODS 10. Reducción de las Desigualdades; complejo proceso que Mazzucato (2016) sintetiza en 3 desafíos fundamentales: lograr un crecimiento “inteligente”, que requiere mejor innovación; “sostenible”, es decir, más verde; e “inclusivo”, con menores niveles de desigualdad.


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CARENCIAS. - Por J.F.C.R.

Carecemos de lo mínimo, una conciencia con identidad, una consecuencia teórica y práctica, una esencia que nos permita vivir seguros y ciertos; convulsión, está escrito, nada ni nadie tiene importancia, pero qué importante es el hombre, qué importante es el mundo, la tierra, la naturaleza toda, todo lo que hay y existe, todo lo que se mueve y anda, lo parado, lo de siempre, lo de todos los días y todas las tardes; qué importantes somos y qué poco aprecio nos tenemos, el mismo de una cosa desgastada, de un momento en penumbra; qué importante es el rayo, la ilusión y el triste instante de la inspiración, del triste sueño aflorante, de tantos y tantas ataduras.


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miércoles, 20 de abril de 2016

EXISTE UN MUNDO SIN FIN. - Por L.A.V.

Si sumamos miles de estrellas en el cielo, con un poco de suerte, podríamos alcanzar para sembrar toda la paz, justicia, igualdad, recursos. Todo el respeto y dignidad.

Soy unas migajas de pan y soy unas gotas de agua. A estas alturas, también un rayito de sol. Apuesto por pasos seguros que harán camino a los tuyos, para saber que, con muchas más migajas, gotas y soles, un pedazo de pan, pasará por tu garganta y alegrará el estómago de todos. El agua que bebamos, tiene que calmar tu sed. El calor que sienta en mis manos, pueda reconfortar las tuyas. Y quiero, que la aguja hile tan fino en tu piel hecha jirones, que no importe lo profundo, solo el tejido puro y restablecido.

El sonido de una tierra cuidada, dejará que exprimas su milagro, saborees sus frutos, llenándote de salud. Conservando su esencia.

El sonido del agua está esperando que flotes en la inmensidad del fondo de su luz. Su valor hará que cesen tus lágrimas.

El sonido del aire quiere que escuches su son limpio y puro. El aire y su recuerdo dejarán que seas la niña que pudo ser.

El sonido del fuego desea que, como llama, prendas corazones rotos, consigas calor dorado en los rincones de la vida.

Aunque un día te olvidamos, ellos jamás te olvidaron: la tierra, el agua, el aire, el fuego, unidos con el amor y nuestra fuerza, hoy harán posible que comas, bebas, respires, sientas calor.

Quiero tu esperanza. Te quiero a ti, sin temor, tejiendo la vida, preparando amor, cocinando cariño, poniéndole pasión. Siempre.


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CUANDO LOS SUEÑOS SE VUELVEN REALIDAD. - Por J.A.C.S.

Abrió con delicadeza aquella maltrecha caja. Entre sus dedos sintió los dos pequeños zapatos rojos que durante cinco años había guardado celosamente. Unas cuantas lágrimas recorrieron su cara, quemada por las intensas jornadas de trabajo bajo los rayos del sol. No podía decidir si su llanto era de tristeza o de alegría, si se debía a aquel niño que el destino había quitado de su lado o si era por la nueva vida que empezaba.

Sorprendido por un espontáneo abrazo infantil, de un pequeño que apenas le llegaba por encima de las rodillas, regresó de sus emociones.

Acariciando delicadamente a su hijo, miró a su alrededor y se encontró con un lugar que lucía cálido y acogedor, a pesar de su humildad y reducido tamaño. Se sintió orgulloso cuando sus ojos se cruzaron con la mesa de su nuevo hogar. En ese momento, se dio cuenta de que por primera vez la comida sería suficiente para todos. Estaba decidido a hacer cualquier cosa para que esa felicidad no fuera efímera, para que el hambre ya no les quitara los sueños, los tesoros, la vida.

Dispuesto a compartir con su familia, tomó al niño entre sus brazos, lo acomodó en una silla y con cariño le puso los zapatitos, los mismos que habían tenido dueño pero que nunca pudieron dar un paso.

Y la escena se repetía casi a diario, con la diferencia de que ahora no se trataba solamente de un sueño.


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APAGÓN. - Por E.B.

El televisor se apagó. También se apagó el velador, la luz del cuarto de mis papás, la computadora y la heladera. Igual eso mucho no me importaba. Yo no le tengo miedo a la oscuridad, le tengo miedo a que no funcione el televisor.

Me puse triste, mamá dijo que se cortó la electricidad, que la electricidad es la que hace que todos los aparatos de la casa funcionen. Pero ésta se había cortado. Me volví a sentar frente al televisor. Pensé en la electricidad, mamá dijo que la electricidad es energía y que en un rato iba a volver. Mientras, me divertí siguiendo a mamá cuando prendía las velas. Ella las prendía y yo las apagaba como en los cumpleaños. Ella se enojó, no sé porque se enojó.

Me fui al sillón y miré la pantalla negra sin sonido. Era como ver una caja de zapatos. ¡Me aburría! Entonces mamá me tomó del brazo y me llevó al jardín. En el jardín había una luz, era poca y era la luz de la luna. La luna estaba llena dijo mamá que sonrió. Ella me enseñó que la luna nos cuidaba y nos iluminaba por la noche. Mientras me abrazaba se prendió la luz en todas las casas del barrio. Los vecinos aplaudieron.

Yo aplaudí con mamá, pero no prendí la tele, me quedé en el jardín jugando con la luna.


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martes, 19 de abril de 2016

EL SOSTENIBLE CUMPLEAÑOS DE FRIEDA. - Por A.R.R.

Frieda tiene 7 años y vive en Frankfurt, está recogiendo papel de periódico de una de las papeleras de la Plaza Central, hoy quizás tengan un día mejor, ya saben que aunque papá se haya quedado sin trabajo mamá todavía podrá ir a la casa del médico a limpiar y conseguir algún euro para comprar arroz y pan para las próximas dos semanas.
En el camino recoge más periódicos de más papeleras, mientras pisotea las pulcras plaquetas de la ciudad alemana, cabizbaja, piensa en la fiesta de cumpleaños de Geert, un buen amigo del colegio, un caballo enano, un mago, dos payasos, tres tartas, y más de veinte invitados, ella no piensa que eso sea una injusticia, piensa que es un error, simplemente se han equivocado.
Recoge dos carteles de una campaña política húmedos y arrugados para acabar, y se dirige hacía su piso alquilado en los suburbios, el papel es para recortar, para el confeti de su cumpleaños, no daba para ir a la papelería a comprar ese tan divertido que explota cuando lo desplazas en la punta.
Ahí vamos, a recortar el papel.
La tijera cruza una noticia en el diario de Frankfurt; “Nuestra ciudad es la más sostenible del mundo”.
Hay sopa para cenar, mamá echa otro litro de agua para que haya para todos.


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LA CONCIENTIZACIÓN DE MARISA. - Por A.M.C.

Cuando Marisa participó de la reunión, aquella semana, fue consciente de que, si seguía con su vida cotidiana, errónea, solo sería una persona más en el planeta que caminaba a grandes zancadas a un futuro destructivo. Aprendió que, si se acostumbraba a realizar un pequeño gesto diario, el universo le agradecería.

Comenzó en la mañana siguiente a la reunión. Cogió un papel e hizo una lista. El primer gesto era cerrar el agua mientras se cepillaba los dientes y no estar tanto tiempo bajo el agua en la ducha. Seguía con el reciclaje. El separar los desperdicios no le llevaría mucho tiempo.

Hubo un momento que paró y recordó la reunión. Eran veinte personas. Si los veintes asistentes hicieran lo mismo que ella e instruyeran otras cinco. Ya serían cien personas. Si estas cien repitiesen la instrucción, serían quinientas y así sucesivamente. Dentro de poco serían un ejército de personas luchando para un planeta más limpio y con posibilidades de futuro.

Marisa fue a la habitación de Carlota, su hija y la acarició. Estaba dormida. Se sintió feliz en saber que aquella nenita aun disfrutaría de la Tierra y sus maravillas. Ella era la otra parte de su tarea. Tendría que incluir en la educación de su hija, el respeto por el planeta. Enseñarla que los pequeños gestos cuentan mucho.

Una sensación agradable se apoderó de su cuerpo y su alma. Marisa acababa de recibir la llamada de auxilio de su planeta y estaba, ahora en sus manos, el actuar, creando su propio ejército de defensores.


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domingo, 17 de abril de 2016

EL REMEDIO DEL ARTE. - Por S.R.M.

La maestra, en la conmemoración del Día del Clima, había explicado a los alumnos la amenaza que suponía el calentamiento global para la supervivencia del planeta, y los aprendices querían saber qué podían hacer ellos para evitar el desastre.

-La solución está en la creatividad, o sea, en el arte –respondió la maestra.

-¿Y qué hacemos los que no somos artistas?

-La vida es el mejor arte.


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HADAS INSUMISAS. - Por O.M.V.

Un día, unas cuantas hadas jóvenes amigas, de bosque y ciudad, casualmente, durante una conversación, coincidieron en que ya no soportaban vivir en un mundo injusto, mediocre, sin magia… En ese momento se pusieron de acuerdo en que habían de crear un grupo de seres inteligentes dedicado exclusivamente a luchar a favor de la tolerancia, de la solidaridad, de la imaginación, del respeto, de la creatividad... Y así fue. Sus voces angelicales, cargadas de contenido, comenzaron a llamar la atención de unos y otros con sus constructivos y revolucionarios discursos. La gente, hostil, comenzó por decir que tenían pinta muy rara, pero eso no les pareció importante. Alguien sabría valorarlas, alguien entendería su misión. Muy decididas a romper el aislamiento comenzaron a contactar con ONG, cooperativas, radios libres, fanzines, asociaciones sin ánimo de lucro… de todo el mundo. Y así fue naciendo toda una red alternativa. Y de las calles, y de los medios de comunicación, comenzaron a desaparecer progresivamente la violencia gratuita, la incultura, la inhumanidad, la intolerancia, la superficialidad…


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sábado, 16 de abril de 2016

LA BALANZA DE LA VIDA: AUTODESARROLLO PERSONAL. - Por C.M.I.

Cuando era pequeño mi abuela me decía que no había cosa más bonita que deleitarse con la naturaleza cada día. Eran otros tiempos claro, en los que lo poco era mucho, bien conservado y el valor por las cosas aumentaba el orgullo de las propias personas.

Mucho tiempo después y aun con todo, ella llevaba mucha razón y lo he logrado entender o a mí por lo menos me convence; contemplo la naturaleza humana al salir de casa cada día de camino al trabajo, te relacionas con ella cual simbionte en tu tiempo de ocio y pones la mente a calibrar en cómo podemos mejorar este mundo desde la perspectiva de una hormiguita.

Veo esa naturaleza en los jardines, montañas, ríos que dan sentido y vida a las regiones, porque tienen vida en sí mismos si eres capaz de escuchar y sentir.

También percibo la naturaleza en la propia economía, aunque parezca extraño y burlón, la economía mueve el mundo y el mundo es naturaleza en sí misma.

Ese fiel reflejo no debe poner en duda la importancia de pequeñas cosas, que a la postre dan cobijo y soporte a otras más importantes. Por todo ello he llegado a mi propia conclusión y en la parte que individualmente me toca, que cuidando la naturaleza humana, la naturaleza ecológica y la naturaleza económica conseguiré mi propio y ansiado desarrollo sostenible.

Ardua tarea que cada día puede verse correspondida hacia tu propia persona.


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FINAL. - Por A.R.R.

Año 2030; en el calcinado bosque la última mariposa sobre la tierra despliega sus colores momentos antes del fundido en negro.


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viernes, 15 de abril de 2016

UN GRANITO DE ARENA. - Por I.M.M.

Atravesó la plaza casi desierta evadiéndose del ruido de la ciudad. Sentía el sol en sus brazos y el calor húmedo de esa hermosa ciudad. Cerca de Floridablanca podría tomar uno de los autobuses que la llevarían a la playa. ¡Cómo disfrutaba de aquellos días tan hermosos de verano! Dos personas en un banco sentadas a la sombra que discutían acaloradamente llamaron su atención. En ese instante comenzaron a pelearse, los golpes iban y venían dibujando con los brazos una danza en el aire. No podía soportar esas situaciones que generan una violencia “gratuita” a la par de una sensación de vergüenza ajena por el ser humano. Por eso mismo, aceleró el paso con la intención de parar la pelea. Logró frenar los golpes y comenzó a calmarse la situación. Por un momento, pensó que no serviría de mucho, pero para su sorpresa empezó un diálogo interesante. Un debate tenso, pero clarificador. No lograba comprender que perdieran la capacidad de razonar y dialogar por mantener opiniones contrapuestas. Sin embargo, ese pareció ser el origen de la discusión. No razonaron, se enzarzaron en defender su posición sin escuchar, porque así lo habían visto hacer en los medios de comunicación. Mientras ella los observaba, consiguieron llegar a una conclusión: que ambas personas tenían su parte de razón.

Esta situación le hizo pensar, podía irse de allí con cierta tranquilidad. Había cambiado una situación sin solución por un diálogo basado en el respeto. Pero sabía que ese no era el origen del problema. Todo había sido provocado por la imagen que les proporcionaban desde su tribuna las personas que tienen la posibilidad de cambiar las cosas. Y es a éstas últimas, a quienes les corresponde la tarea de dialogar para no desembocar en disputas que no dan lugar. Aunque aquel día, ella con su humildad, había podido aportar, tal vez, su granito de arena.


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PEQUEÑA CHISPA. - Por P.J.D.H.

En la tierra en la que el fuego de la ignorancia parecía arrasar con todo rastro de fe en el mañana, un joven espíritu se negaba a dejarse devorar por esa infinita oscuridad. Sin hacer caso a palabras serias o a vanos intentos de dejarlo sin fuerzas, ese corazón estaba decidido a lograr un cambio en el mundo, sin importar lo difícil que pudiera resultar convertir ese sueño en realidad. El miedo a veces lo estremecía, pero ni la más despiadada violencia lograba alejarlo de su meta

La dueña de ese corazón era una joven mujer, a la que el destino, como a tantas otras, la había hecho nacer en un país al que largos años de guerra habían dejado devastado. Sin embargo, desafiando todo lo establecido, ella había decidido no descansar hasta que todos en su país y en el mundo, sin importar género, pudieran tener acceso a una educación de calidad.

Quizás ella era únicamente una jovencita, luchando una infinita guerra contra el monstruo salvaje de la ignorancia, pero ella no sentía temor alguno. ¿Qué importaba dar la vida, con tal de garantizar que, un buen día, ninguna mujer vea truncados sus sueños de estudiar para poder contar con un empleo digno? Quizás ella era únicamente una pequeña voz en el desierto… Pero, a veces, una pequeña chispa es lo único que hace falta para iniciar el dulce fuego del cambio.


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CORTADERAS. - Por S.B.M.

Juan Ruiz nunca se hubiera imaginado que sería desalojado por las pulsiones de la naturaleza (él, bombero voluntario, que había peleado en los incendios de bosques) pero así ocurrió y hacía casi un año, justo el día del cumpleaños de Elena, había comenzado a entramarse ese final.

Era casi primavera y deseaba hacerle a su mujer un regalo distinto. Pasó por una venta de plantas y vio la maceta con los plumeros al viento, vivos y ondulantes, como barcos cabeceando en un oleaje suave, recordó las canciones tristes de los marineros y decidió que ese sería su presente. Elena celebró la adquisición y ubicó la cortadera en la tierra, entre la verja y la albahaca.

El desarrollo posterior de la planta no admite descripciones razonables, se transformó en un ser feroz que devoró las otras especies, y contaminó con sus simientes hasta el último rincón. A la tarde arrancaban diez plantas y a la mañana siguiente habían crecido cincuenta nuevas. La vida de Juan y de Elena se redujo a estornudar y extirpar invasoras.

Hasta que Juan se declaró vencido y resolvió vender la casa a una empresa que construiría una torre de cristal y acero. Cuando cerró la puerta por última vez, además de una incipiente duda acerca de la eficacia del cemento y los metales para aniquilar al monstruoso vegetal, sintió una opresión en la garganta, los plumeros se balanceaban y parecían corear para él -Bring back, bring back / Oh, bring back my bonnie to me.


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jueves, 14 de abril de 2016

EL ALETEO DE OSCAR. - Por R.E.C.

Oscar tiene 35 años. Nació en la ciudad de Badalona, anclada en el mar, desde donde ve la inmensidad del Mediterráneo. Aprendió a nadar desde pequeño. Hoy, aletea más que nunca. Oscar se levanta cada día a las 6 de la mañana. Algunas noches las pasa en vigilia observando el Mediterráneo, pensativo. Otras, directamente se adentra en él. No habla griego, pero se comunica bien en inglés. Nunca está solo. Cuando se sienta sobre la lancha, nota el frío tacto del plástico. “He visto ahogarse a más gente en 25 días que en toda mi carrera”, le cuenta a un compañero. Hoy, 10 de enero, otra nueva misión. Podría ser 11, 12 o 13 de enero. Las situaciones son las mismas. Ya no ve el Mediterráneo desde Badalona. Ha emprendido un largo camino hasta el país que vio nacer la democracia, y en el que día a día la ve morir ahogada. Balas, estallidos, explosiones. No importan los motivos, lo fundamental es huir. ¿Dónde? Europa puede ser un buen lugar de acogida. Hoy un ingeniero, mañana una profesora de matemáticas...Oscar también ha visto un taxista, una enfermera de hospital, e incluso un niño escolarizado en la primaria. Algunos días el aleteo de Oscar tiene mejores resultados que otros. Surcar el mar para nadar. Podría ser 11, 12 o 13 de enero. Gracias a personas como Oscar podemos decir que, sólo a veces, el desenlace es feliz: llegar a la orilla. Balas, estallidos, explosiones. Es como una competición: quién se quede, pierde. Se trata de sobrevivir. Y de refugiarse. De refugiarse en algún lugar que te de cobijo. De saltar vallas, de franquear muros, de sortear obstáculos. Oscar tiene 35 años. Algunas noches las pasa en vigilia observando el Mediterráneo, desde Lesbos, pensativo. En pocos minutos, Oscar va a empezar a aletear. Hoy, 10 de enero, ya no piensa. Sólo mira. Pero no consigue ver nada.


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miércoles, 13 de abril de 2016

HÉROES. - Por M.C.O.M.

-Ya verás qué rollo.

La profesora trataba de calmar a sus alumnos. El alboroto se hizo general cuando les comunicó que hoy iban a hablar de los héroes de la Mitología.

-Ya te había dicho que iba ser un rollo- insistía con un codazo Miguel a su compañero de pupitre.

La profesora les pidió ejemplos de héroes. De la Mitología clásica. Nada de Messi, Cristiano o Superman.

El silencio comenzó a hacerse hueco entre los abundantes cuchicheos y Alberto levantó, tímido, la mano.

-Los héroes eran semidioses. Eran hijos de dios y de humana. Uno de los más famosos fue Aquiles, que luchó en la Guerra de Troya y…

La profesora le interrumpió con una sonrisa de satisfacción y acalló las burlas y chanzas de los que le llamaban sabihondo. Al menos había alguno que sabía algo de Mitología.

Al fondo del aula, Samir también alzó su mano y las carcajadas volvieron a retumbar.

-Yo conozco a un héroe. Es mi padre. Cruzó el Estrecho de Gibraltar en una balsa y vio ahogarse a mucha gente. Buscaba un futuro mejor para sus hijos, sin hambre ni guerras. Yo voy a escribir su historia. Hay muchos como él. Es un clásico.

El silencio se apoderó del aula. El semblante de la profesora no dejaba lugar a dudas.

-Cuéntanos más- dijo mientras algunas lágrimas querían llegar hasta las órbitas de sus ojos. Y vosotros, atended. Supongo, Miguel, que esto ya no te parecerá un rollo.


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martes, 12 de abril de 2016

MADERA DE IPÉ*. - Por V.S.M.

Una vez más los gatos maúllan por las calles mientras sigo aquí, a la luz de una bombilla blanca que simula la claridad de un día que ya pasó. ¿Qué hora es? ¿Las dos, las tres de la madrugada? Todo parece estar detenido, silencioso… silencio que no es tal, sino más bien una especie de quietud sonora… la sombra del sofá, de la silla en la que existo, quietas; estáticas las duras patas de la mesa que sostienen mi trabajo… incluso el agua vieja de un florero descuidado, reposa inmóvil. Me siento en calma…

Aun así, esta noche es diferente. Bajo mis pies descalzos, advierto que el suelo insinúa un leve temblor. Es solo una sensación, pero recorre cada una de mis células, manteniéndolas atentas a lo que allí ocurre. Un calor oculto empieza a florecer entre mis dedos y, como si alguien hubiera abierto una caja de música desafinada, centenares de sonidos estallan a mi alrededor rasgando la madera de ipé del suelo.

Ramas que crujen sin piedad, camiones que tiznan las hojas amarillas y rojas y verdes en derredor. Mujeres que gritan desconsoladas y abatidas, hombres tatuados que lloran la deforestación; sierras eléctricas que ahogan el llanto de un bebé desnudo, mientras una voz recia señala cuál será el siguiente árbol de ipé que se talará. El piar de pájaros que se hace etéreo, que se confunde con la humedad del trópico…

Ignorante sordera; esa que no sabe escuchar más abajo de nuestros propios pies.

Y como si nada hubiera ocurrido tras esa efímera visión, me incorporo; me sirvo otra taza de té. En algún momento fui la brisa, fui el hollín… en algún momento fui la raíz de aquél árbol de ipé; fui lágrimas, fuimos UNO… pero ya nada queda… ya no lo recuerdo.

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*Árbol del género Tabebuia, nativos de la zona intertropical de América, extendidos hasta Argentina y Paraguay. Usado por su dureza para fines comerciales en la industria maderera; sobre todo para exteriores y suelos. Su tala es acusada en el Amazonas provocando numerosos conflictos sociales y ambientales no sostenibles.


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lunes, 11 de abril de 2016

ESCRIBAMOS NUEVAS HISTORIAS. – Por E.B.V.E.

Érase una vez… un montón de cuentos sin sentido, donde existen damiselas en aprietos, las malas del cuento son otras mujeres, todas se esfuerzan y dejan de lado su independencia, autonomía y unicidad por competir, el premio, pues claro el anhelado felices por siempre y un príncipe azul, pero vamos al ahora y a la realidad, no existen príncipes azules ni princesas rosas, somos todos y todas ciudadanos/as de un planeta llamado tierra, donde de tanto oír cuentos comenzamos olvidar la realidad. Pero este es el momento de cambios, el aquí y el ahora, todas y todos podemos ser quienes escriban nuevas historias, la mía comienza con una persona, con su amor propio y su fortaleza… Habrá una vez una mujer de rasgos únicos, que amará cada parte de su cuerpo y lo respetará ante todas las cosas, esa mujer un día después del trabajo, un trabajo en el que hace lo que siempre quiso, se esfuerza por ser mejor y despierta cada día con una sonrisa y mucha energía para las labores que tendrá que realizar, caminará a casa y como de vez en cuando, se detendrá a leer uno de sus libros favoritos en un pequeño parque, sin preocuparse por asaltos, acoso, ni violaciones, pues sabe que sus iguales la respetan, pero este iba a ser un día especial, un día en que comenzaría una historia de dos, una de sus amigas se podrá de novia con una compañera del trabajo y la llamaran para salir a celebrar esta decisión, allí en el bar de turno, riendo, bailando y compartiendo va a conocerlo, un hombre con ideales como los de ella, lleno de sueños y ganas de compartir sus experiencias, van a hablar de todo, reír por montones y sentir que se conocen de antes, cambiar números y seguir viéndose, hasta que un día van a decidir caminar junto al otro, porque los compañeros de vida caminan como iguales una al lado del otro, sabrán que les va a tocar enfrentar diferentes situaciones, pero que con respeto, comprensión y amor, podrán con todo, decidirán si quieren o no ser padres, cuando serlo y cuántos hijos e hijas vendrán, construyendo juntos su futuro.

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FRÁGIL. - Por J. de Juana

Es solo una pequeña grieta. La señalo con mi dedo diminuto apuntando hacia el cielo. El niño al otro lado del cristal, observa mi dedo y sonríe. Él tampoco parece entender.

El agua, que una vez fue también nuestra, se precipita de nuevo al desierto. Al principio una gota insignificante. Después, mientras la cúpula se agrieta, un hilito constante brota lentamente a través del cristal y acaba anegando el suelo reseco que tengo bajo mis pies.

Golpeo nuevamente el cristal. El niño sigue allí, ignorando lo que está a punto de suceder. El sol que me abrasa se proyecta sobre la mampara y apenas puedo ver lo que ocurre al otro lado. Tal vez ignoren que una grieta inmensa se acaba de abrir en la bóveda, dejando escapar el aire purificado que ellos acostumbran a respirar. Grito en vano tratando de llamar su atención. El ruido de la inmensa cúpula resquebrajándose resulta sobrecogedor. Ignoro si ellos tampoco quieren escucharlo.

El agua contaminada que habitualmente vierten al desierto fluye ahora descontrolada, inundando las tierras que a duras penas consiguen alimentarnos. La cúpula se hace añicos, precipitando inmensos trozos de cristal también sobre mi aldea. Los habitantes del pequeño mundo artificial, presos ahora del pánico, son incapaces de respirar el aire enrarecido que llega del desierto. El calor les abrasa. Algunos huyen despavoridos. Otros, sin embargo, se afanan en cauterizar la grieta más próxima para evitar que yo pueda acceder a través de ella.

El niño llora mientras su mundo, que resultó ser tan frágil como el mío, lentamente se desmorona. Somos amigos. Mañana, cuando no exista ya frontera que nos separe, los dos compartiremos el mismo espacio inmenso que juntos ayudaremos a cicatrizar.

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EL RECUERDO DEL ABUELO. - Por A.L.L.

Va, eso son cosas de tu abuelo, seguro. Que no, que no, que te juro que servía para eso. Sustenta en el aire el metálico y misterioso objeto. Es alargado y curvo, con dos bolas, igualmente metálicas, una a cada lado, con una única diferencia, el color, una punta azul sobre una, roja en la otra. ¿Qué hacéis?, pregunta un tercer amigo. Nada, aquí Ernesto, que sigue empeñado en convencerme de que lo que tiene en la mano servía para sacar agua, ¡líquida! ni si quiera en pastillas, vamos, que apretabas un botón y chorreaba agua. A lo mejor salía también oro y tu abuelo nunca lo supo. Los dos amigos ríen la ocurrencia mientras él, derrotado´, maldiciendo la costumbre de creerle todas sus aventuras, deja el grifo junto a otro montón de objetos inútiles.

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LOS TIGRES SALEN POR LA NOCHE. - Por A.O.R.

–¡Eh, tú! ¡Menudo culo!–gritó una voz masculina a su espalda.

Se le encogió el estómago. Apretó con fuerza el mango de su paraguas y aceleró el paso, no tanto como para que pareciera que estaba huyendo, pero sí lo suficiente para poder echar a correr en caso de que necesitara hacerlo.

Cuando se había despedido de sus amigas en el centro, no eran más de las doce de la noche de un sábado, con lo que no había creído necesario que la acompañaran –todas ellas vivían en dirección contraria a ella y la calle estaba relativamente llena de gente–, pero ahora se estaba arrepintiendo de no haber llamado a un taxi.

–¡Eh, tú, la morena! No me ignores. Te estoy hablando a ti.

«Los violadores buscan víctimas que no opongan resistencia, que lleven el pelo recogido para poder tirar de ellas con más facilidad, que vistan ropa fácil de desgarrar, que no porten objetos que se puedan convertir en armas», se trató de tranquilizar. Llevaba un paraguas, unos robustos pantalones vaqueros y un chaquetón que había soportado tormentas peores.

–¡Eh, zorra! No finjas que no me has oído. Solo quiero conocerte, joder, borde de mierda.

Los pasos de la voz gangosa se hicieron más ruidosos y más acelerados. Aurora, con la garganta congelada, no se veía capaz de gritar «¡Fuego!» si conseguía acercársele más, así que hizo lo siguiente mejor.

Apretando con fuerza el paraguas en la mano derecha y sacando las llaves de su casa del bolso con la izquierda, echó a correr.

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LAS UVAS MÁGICAS. - Por H.S.C.

No saben quién es. Llegó sin que advirtieran. Está sentado en un andén. Bajo la helada atmósfera invernal. Hace horas no se mueve, y por tanto ni habla. ni toca ninguna puerta. El viento con sus uñas de hielo, renquea sobre su cabellera loca. Despeja su rostro, rondado por hondas melancolías. Le notan las manos infladas de ahogado, que al fin toman vida y revuelven la tela en que carga sus miserias. Un cepillo, frascos con gotas, y una franela que por como mira es su tesoro. Cuando le agarran lástima, ven gusanea la calle. Lo miran por los visillos. Escuchan grita que tiene un mensaje de prosperidad para compartir. Siendo que son raros allí los foráneos, y la situación está dura, le hacen ronda los cuatro vecinos más valientes. Las mujeres curiosas paran orejas. El hombre se da por bien servido con aquellos que le prestan atención. Su voz educada los sorprende, les habla largo rato, y por eso allegan más curiosos, al fin dice que les trae unas semillas que cambiarían sus vidas a poco costo. Solo cuatro le pagan, pero a cada uno le entrega una pepa, tal cual son: negras y pequeñas. Y les explica son para obtener uvas mágicas hay que regarlas día por día un año. Después de eso, toma su ruta con su saco más liviano y se pierde. Solo un hombre no la tira, y como cosa tonta se la entrega a su esposa que está al tanto del cuidado a prodigarle. Ella pone fe. La planta en la tierra pobre de allí, y a diario la irriga. El hombre se burla de ella. Allí no se dan sarmientos. Por esos días con otros, se marcha tras trabajo y otra mujer. En ese pueblo de tierras desgastadas, no hay riquezas. Esa mañana a ella le despierta en sus sueños una voz. Le murmura que ha sido constante y su premio serán muchas uvas. Recuerda que ha transcurrido un año. Se asoma a verla brotar una planta común. Un poco decepcionada la trasplanta al fin del invierno, en el fondo del patio y la olvida. A los meses, brota pródiga una cosecha que puede vender, porque son frutos de gran calidad. De las mejores, saca más semillas y al año son tan reputadas que le da para comprar tierras y dar trabajo a mucha gente.

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sábado, 9 de abril de 2016

EL PESO DE LA TIERRA. - Por H.E.O.

Zeus, elegante y corpulento, se acercó apresuradamente hacia su hermano Atlas, quien se encontraba sujetando la tierra con dificultad y sudoroso.

- Hermano, la Tierra se tambalea, ¿qué está ocurriendo? ¿Ya no tienes fuerza para soportarla sobre tus espaldas?

El hercúleo dios, hijo de Gea, sostenía el globo terráqueo con ambas manos mientras dejaba escapar algún que otro grito desesperado, incapaz de aguantar el peso. Las piernas, ligeramente flexionadas, temblaban y el sudor recorría todo su rostro. El gran dios, Zeus, comenzó a temer por el futuro de la Tierra y el bien de su hermano.

- Atlas, ¿qué ocurre?

- Zeus, hermano, la Tierra pesa mil veces más ahora. No sé cuál es el motivo pero cada vez es más difícil sostener el peso del mundo.

El dios supremo, con el corazón en la boca y preocupado por la llegada de una catástrofe que hiciera peligrar el Olimpo y el mundo mortal, se dirigió con ahínco a descubrir lo que pasaba. En el proceso de expedición descubrió el motivo: en el fondo de los mares yacían todo tipo de basuras que se acumulaban y provocaban la contaminación de océanos y la muerte de los peces. La tierra, manchada por desperdicios y despojos había perdido su color y frescura, tornándose gris y tóxica. Las nubes ya no eran vaporosas, sino pesadas losas que rodeaban el planeta salpicadas de objetos volantes abandonados.

Zeus entendió todo: la Tierra estaba enferma por culpa de la inmundicia humana. Por primera vez, Atlas se veía incapaz de salvarla.

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EL ABUELO DE BOMBAY. - Por H.E.O.

Ishan se sentó con ímpetu en las rodillas de su abuelo y lo miró. Los ojos abiertos como platos, emocionados. El joven esperó a que aquel sabio hombre le deleitara con alguna historia fascinante con la que el tiempo se le hacía más liviano y el estómago le dejaba de rugir por unos minutos.

Ishan, hace unos años el mundo era diferente, incluido el mar que nos rodea cada día. Cuando tenía tu edad, me dejaba acariciar por los vaivenes de las olas y la brisa marina. Las aguas, diáfanas, de color turquesa, dejaban entrever arrecifes de colores y algún que otro hermoso pez extraviado. Las arenas, suaves y blancas, albergaban algas y conchas que adornaban las playas con su magia. Mis hermanos y yo nos bañábamos todas las mañanas, después de venir de una dura jornada de pesca, impregnándonos de la frescura y calidad del mar, cerrábamos los ojos y descansábamos en paz…

Un inocente niño paseaba por las costas Bombay, solo e inmerso en sus pensamientos. Los intensos rayos de sol dejaban vislumbrar pequeñas gotas de sudor que recorrían su rostro. La piel morena le brillaba y sus humildes ropajes caían vagamente hacia la arena, aferrándose con dificultad a las delgadas extremidades del joven. Con la cabeza gacha, Ishan observaba el ir y venir de las olas del mar. Miró al frente. El agua turquesa del pasado se había tornado negra, los peces de colores habían perdido su pigmento y yacían muertos en el fondo o amontonados en la orilla. El mar, perdiendo su libertad y víctima de las refinerías de petróleo de la bahía, había caído en manos del hombre que, a sus anchas y sin ninguna aprensión, se convertía en conquistador del mundo marino y, al mismo tiempo, en su verdugo.

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CARTA PARA JANE. - Por H.E.O.

Querida Jane:

Ya han pasado dos meses desde que viniste a mi poblado, con tus amigos, dispuestos a hacernos reír. Me acuerdo muy bien del dibujo de tu chaqueta y aún sigo teniendo la pegatina que me regalaste: Unicef pone, y siempre la miro antes de irme a dormir. Te echo de menos. Tengo buenas noticias: no me he olvidado de leer ni de escribir todos los días un rato y ahora quiero enseñarle a mi hermana Safina todo lo que me enseñaste tú.

Mi padre dice que soy ahora más fuerte y todas las mañanas cojo un gran cubo y voy al río. El agua es muy necesaria para nosotros. Mi madre dice que en otra parte del mundo, muy lejos de mi casa, los niños no tienen que moverse apenas para conseguirla… ¡qué maravilla! El viaje que hago es bastante largo, pero durante el camino me dedico a cantar las canciones que me enseñaste y así me acuerdo de ti. Suele hacer mucho calor, pero me imagino que estoy en una de esas playas donde tú naciste.

Mi hermano pequeño, Yaman, no ha crecido casi nada desde que te fuiste. Pesa muy poco y puedo cogerlo en brazos fácilmente. Mi madre muchas veces no come para que Yaman no llore, pero no para… A Yaman se le notan las costillas y nunca quiere jugar conmigo, tampoco habla y no puedo enseñarle a cantar. Mi padre dice que en tierras lejanas los niños crecen muchísimo y que están gorditos, y que, además, no juegan con palos o solo con pelotas… ¿Qué mundo ese, Jane? ¿Está muy lejos? ¿Las personas son muy diferentes? Tal vez algún día me puedas llevar.

Ven pronto.

Nasik

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viernes, 8 de abril de 2016

PACHAMAMA. - Por J.N.G.Z.

El hombre sabio les recordó su pacto sagrado con el apu. La laguna no debía ser afectada, pues la desgracia se cerniría sobre todos: hombres, mujeres y niños. Por más que los de la minera les ofrecieran el oro y el moro, ellos permanecerían unidos. Debemos aprender del pasado, decía el yachaq(1) . Como en la década de 1980, cuando los empezaron a perseguir cruelmente. Casi no quedó nadie porque muchos decidieron seguir a la guerrilla. Era mejor que esperar una muerte segura, enterrado en una fosa común y con el rostro desfigurado. Los que menos se escondieron en cuevas y se alimentaron de alimañas. Era jodido ser niño en aquella época sombría. La repoblación fue lenta. Ahora todo eso se veía lejano, como la cima nacarada del nevado Ausangate. Pero los extraños no dejaban de venir y prometer una vida de confort. Qué sabrán los citadinos de vida buena, alzaba la voz el yachaq. Nosotros podemos ver en sus rostros el desasosiego y la angurria. Cultivamos desde siempre la papa y la mashua y nuestros animalitos nos dan el queso y la leche que necesitamos. Cada familia tiene media hectárea para cultivar y eso es más que suficiente. Nuestra madre es buena proveedora. Le hacemos el pago religiosamente. Eso ha sido así desde tiempos inmemoriales. Y ahora que empieza un nuevo ciclo, debemos prepararnos para los grandes y terribles cambios que vendrán. Todo será desbordado, las nubes rezumarán sangre y la pacarina(2)  podrá ser reverenciada otra vez como en tiempos míticos. Nuestra laguna resplandecerá de vida y nuestros muertos al fin podrán dormir plácidamente como calandrias extenuadas luego de un largo viaje.

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1 Hombre sabio en quechua.
2 Lugar de origen mítico en quechua.


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LOS VERBOS QUE ESCRIBO. - Por F.C.R.S.

¡Cuánto más vivo más maravillosa se vuelve la vida! ¡Vivo mi futuro con buena salud…!

Tengo 100 años en el 2049.

El hombre ha mejorado la salud de toda la humanidad en base al mejoramiento del ADN y el saneamiento ambiental. En realidad hemos mejorado mucho en todos los aspectos.

Llego a una isla desconocida al amanecer de un día… Donde las mariposas son dueñas de las flores más hermosas. Cuando llueve suben al cielo para formar parte del arcoíris. Las admiro, de veras, porque son de todos colores. Tienen belleza… Mueven sus alas como saludando al visitante y no saben que con su suave aleteo, están poniendo al mundo de cabeza.

¡Qué tierra tan feliz he hallado!

Me quedaré para siempre, aquí donde las risas y los acentos gratos de las olas, del viento, de los pájaros, tan motivadores como las esperanzas que me redimen.

¿Qué destino me lleva ahí? Quisiera correr el misterioso velo para descifrar sus intenciones y prever el rayo que lleva dentro…

Esta isla es un globo de plata, una nave que boga a la deriva por el ancho firmamento lleno de ilusiones como un cuento.

Su tibia luz refleja una mano que toca la imaginación que nos pone a soñar…

¿Es esta isla un gran reloj implacable que mide nuestro tiempo?

Ya no sé si soy real o si soy una fantasía que alguien pensó…

No tengo edad. ¡Viviré para siempre con mis cuentos!

Me aferro a esta utopía con los verbos que escribo…

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UN SUEÑO DE MUCHOS. - Por M.C.B.S.

Anoche soñé que el mundo cambiaba. Era extraño, una luz especial inundaba la ciudad, la gente sonreía y caminaba de la mano. Apenas había tráfico ni ruido, únicamente el tranvía y las bicicletas recorrían las calles. La industrialización y el humo habían desaparecido, se empleaban nuevas energías renovables y el plástico estaba prohibido. El campo florecía de una forma especial, nuevos colores brotaban y nuevas especies surgían. Los gobiernos se unían para lograr un mundo mejor y más sostenible, en el que no hubiese intereses individuales sino un objetivo común que englobase a todos. Una vida mejor sin pobreza ni desigualdades sociales, respetando el medio ambiente y utilizando bien sus recursos.

No existía la competitividad ni la envidia. Todos sabían el trabajo que debían realizar, desde pequeños se les educaba para el bienestar común. Unos se dedicaban a trabajar los campos para obtener el alimento necesario para todos. Otros acudían a sus puestos de trabajo, en el cual el riesgo de exposición a agentes tóxicos era mínimo. Se empleaba la luz solar, la fuerza del viento y del agua, nuestro objetivo era común, cuidar La Tierra, nuestro planeta.

Los océanos brillaban plateados bajo la luz del sol, su agua era prácticamente transparente, parecía un espejo. Las especies en extinción renacían y todo el ecosistema se mantenía en un perfecto equilibrio.

La salud era un bien universal, todos tenían acceso a ella. Sobre todo se realizaban campañas de prevención y vacunación. La salud pública también estaba muy considerada con el saneamiento del agua de consumo y la detección precoz de riesgos para la salud.

Espero que mi sueño sea el de muchos y al final no sea un sueño y sea realidad.

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jueves, 7 de abril de 2016

EL MAR FINITO. - Por M.M.G.

Mi nombre es Nahir Obukhov y nací en un pequeño pueblo de Uzbekistán. Hoy es un día especial, mi decimoctavo cumpleaños. Mamá y papá habían prometido llevarme al lugar retratado en las hojas, a ese lugar con el que tanto tiempo llevaba soñando. Prácticamente cada noche una avalancha de imágenes surcaban mi mente, encendían la mecha de la imaginación y una bomba de ideas y esperanzas explotaba en mí. Por fin había llegado el momento. Recogimos unos cuantos enseres, algo de comida y nos encaminamos hacia nuestro destino. Durante las dos horas que nos costó llegar no dejaba de vislumbrar el lugar, de fantasear con los barcos pesqueros que nos encontraríamos, con las canciones que los marineros cantarían en el puerto. Deseaba ver por fin el inmenso lago del que tanto había oído hablar, su vaivén, sumergirme bajo sus aguas y olvidar los problemas que me atormentaban.

Por desgracia nada de esto llegó a buen puerto. Todo se torció en el preciso momento que vi aquel cartel. “Mar de Aral”. No podía creer lo que mis ojos me enseñaban, eso no podía estar pasando. Intenté oír los cantos del puerto pero lo único que logré oír fueron unos suspiros ahogados. Me giré y mi corazón se contrajo. Dolía verles sufrir. Antes esto no era así, según mi “buvi”, 50 años atrás los barcos zarpaban y regresaban cargando pescados y felicidad. Ahora todo lo que podía ver eran pesqueros encallados en páramos de arena, inclinados, como caídos del cielo. Esto ya no era ni la mitad de majestuoso de lo que había llegado a ser. No había ningún pez capaz de soportar tanta salinidad, no había barco capaz de surcar los escasos centímetros de agua. Cualquier corazón que en su momento había amado este lugar, al regresar, lo sentía cómo extraño.

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AYLAN KURDI.- Por A.P.

La sala fue devorada por una profunda oscuridad y de inmediato se iluminó la pantalla.

Eran imágenes sueltas. Aparecían una tras otra a una velocidad vertiginosa. En todas las reproducciones se veía el cuerpo del pequeño. Desparramado sobre la arena… En brazos de un uniformado, que lo cargaba como quien carga una bolsa… Otras mostraban titulares, de periódicos, con su nombre destacado en negritas. Se iban sucediendo imágenes de las primeras planas de diarios de todo el mundo. Luego destellaron links de páginas web en las que también se leía remarcado Aylan Kurdi.

Finalmente aparecieron escenas de noticieros televisivos dando la dramática noticia. La alocada cinta, que traducida al lenguaje gráfico era una especie de collage, pasó incontables veces. En un continuado sin pausas; matizado sólo por cambios bruscos en la secuencia de la música de fondo de la transmisión.

De súbito, sin indicio alguno que sugiriera un final, cesó la transmisión.

Pocos instantes después la audiencia comenzó a inquietarse porque las luces permanecían apagadas. El clímax, generado por la conjunción de la intensa oscuridad y la creciente ansiedad de la gente, se fue tornando de una densidad insoportable. Sentía que me faltaba el aire. Temí morir de anoxia.

Inesperada, la voz en off de un infante quebró el silencio. En un tono abrumador el niño sentenció: no morí ahogado por el agua del océano. Me hundí en las profundidades de la indiferencia; de un mundo lleno de codicia y vacío de humanidad. La audiencia enloqueció de furia. Alguien se puso de pie y comenzó a maldecir. Propinaba insultos a los organizadores. Los acusaba de estafa y amenazaba con demandarlos. De inmediato muchos se sumaron al reclamo profiriendo todo tipo de improperios.

Se encendieron las luces. Me temblaban las manos y entre ellas, estrujado, el volante que me había llevado hasta el lugar. Rezaba: Gran Premier del film “El fin de la humanidad”. Entrada libre y gratuita.

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COMUNIÓN.- Por A.P.

La imagen de la pequeña niña malí era tan vívida y conmovedora que la recordaría por siempre.

Especialmente recordaría su mirada.

El dolor por la traición inscripto en sus enormes ojos negros.

La catarata de lágrimas brotando incesante. Y su denuncia que no necesitaba de palabras.

Su propios abuelos, a los que amaba y en quienes confiaba, la habían forzado a la mutilación.

El sueño logró lo que seis meses de orientación vocacional no habían conseguido.

Helena despertó sabiendo que dedicaría el resto de su vida a evitar que niña alguna, jamás, tuviese que pasar por un ultraje semejante.

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martes, 5 de abril de 2016

MIENTRAS HALLA EL MODO DE EMPUÑAR NUEVAMENTE EL BISTURÍ. - Por J.A.R.

A despecho de las advertencias de sus jefes de abstenerse de meter el hocico donde nadie la ha llamado, la doctora Garzón, harta de desidia y manoseo, se dirigió a la clínica de la mujer y, amparada en la ley, le practicó un aborto a Tina, chiquilla de once años, violada y golpeada a mansalva, primero por su tío y luego por médicos y funcionarios públicos quienes, esgrimiendo la objeción de conciencia, se negaron a cumplir con su deber.

De regreso al hospital donde trabajaba, público y laico pese a su mote de santo de la edad media, se enteró de que fue despedida por no diligenciar durante todo un mes el formato E-46 del Sistema de Gestión de Calidad, situación que aprovecha el Ministerio Público para abrirle un proceso disciplinario que le impida ejercer su profesión durante los próximos veinte años.

La doctora -que sabe a pie juntillas que le están pasando cuenta de cobro por su acto rebeldía, el formato de marras no lo conocen ni sus creadores-, amusgada y magullada, ni que fuera de piedra, se quita el repeluco como puede y demostrando que no está muerto quien pelea, se pone a trabajar de voluntaria en la Asociación de Víctimas de Violencia Sexual redactando quejas y solicitudes, mientras halla el modo de empuñar nuevamente el bisturí.

Y lo empuñará llueva, truene o relampaguee, aunque reviente de rabia toda la grey de patriarcas de su comarca.

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lunes, 4 de abril de 2016

ELOGIO AL EGOÍSMO INTELIGENTE. - Por Holón

(1) La egoísta inteligente se da cuenta,

ve más allá de su ombligo;

stricto sensu: no es idiota.

Quiere lo mejor para sí.

Y sabe, porque lo nota,

que ese sí es más ancho de lo aparente.

(7) Así que actúa en beneficio propio.

Es egoísta.

Y siente que su propiedad es lo común:

serlo todo.

Es inteligente: intelige, comprende, abarca, asume, abraza con la mente.

Y es sensorial: experimenta, saborea, se deleita en cada nonada.

Por su propio bienestar, cuida.

En los diecisiete ve el uno.

Se encuentra en el corto y en el largo plazo al unísono.

Sabe, porque lo vive, que para que el mundo esté de su parte

tiene que saberse parte. Sentirse parte. Ser parte. Y obrar en consecuencia.


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domingo, 3 de abril de 2016

PAISAJE IMPRESO. - Por R.O.D.A.

Los pequeños, hastiados del viaje, comenzaron a expresar su fastidio. El padre les entregó una revista indicando que prestaran especial atención en las imágenes. Los niños se abocaron con interés volteando las páginas entre comentarios y exclamaciones de asombro.

Preguntó a los niños si desearían visitar el paisaje fotografiado en la revista, y la respuesta fue una jubilosa afirmación. Estarían complacidos de conocer ese hermoso lugar.

Continuaron por la carretera, y un par de kilómetros más adelante tomaron un desvío. Eufóricos en ansiedad transitaron un trecho, hasta que el hombre detuvo el vehículo.

Bajaron en un lugar desierto y señaló el sitio diciendo que este era el lugar.

No era posible, le increparon los niños. Nada de lo que se viera en la fotografía estaba presente, el lago se había secado, los árboles no existían, los pájaros estaban ausentes.

Explicó que para que fuera posible imprimir esa revista debieron talarse los árboles, el cauce del río se había modificado para alimentar un generador eléctrico, y al quedar el lago seco, las aves emigraron.

Acosaron al padre con preguntas y recibieron una lección sobre cuidar recursos y mantener el equilibrio de la naturaleza. En respetuoso silencio asimilaron la enseñanza, luego arrojaron la revista, y se marcharon decepcionados.

Al año siguiente, a pedido de los niños regresaron para plantar un árbol. Allí, en el mismo lugar donde cayera la revista. Donde la tierra espera que le devuelvan el paisaje, el que le arrebataran para exhibirlo en un papel.

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