miércoles, 27 de abril de 2016

ADELPHA. - Por A.Y.C.

Adelpha es la niña artista del Batey La higuera. Tiene 11 años. Esta enanita me hizo “diseño de uñas” en manos y pies en 2 minutos. Su amiga Melisa me dijo: “yo soy su representante, de mayores vamos a montal un salón”, desde luego que con el arte de Adelpha, y el espíritu comercial de Melisa, lo fácil sería que lo consiguieran. Hoy ha venido a jugar conmigo, con la pequeña unidad familiar a su cargo. Es la menor de 10 hermanos, y cuida de los pequeños de la casa (4 sobrinos). Es precioso ver cómo juegan, cómo los vigila y cómo le respetan, como si de una madre se tratara. Una chica así, en cualquier sitio podría llegar a realizar sus sueños, como el que tiene de su salón de diseño. Pero no ha nacido en el sitio adecuado. Ha nacido en un Batey. Adelpha no existe, no tiene partida de nacimiento, jamás conseguirá la cédula, ni nada que la identifique. No podrá arrendar un local ni una vivienda, ni tener cuenta bancaria, ni tener nada a su nombre. Lo normal es que su único encargo en la vida sea empezar a tener hijos y esperar a su marido, que trabajará de sol a sol cortando caña de Azúcar.

Todo comenzó hace un siglo, cuando el gobierno de R. Dominicana pagaba al de Haití, para enviara anualmente 15000 haitianos a trabajar en la caña. Los trabajadores venían engañados, prometiéndoles un futuro de trabajo en el campo. Hoy, sus descendientes trabajan para una empresa privada, que controla la explotación de Azúcar del país, y es dueña de todas las tierras de los bateyes. Su jornada es de sol a sol, a cambio de una casucha en penosas condiciones, sin agua, sin luz, y de 100 pesos (2 Euros) por tonelada de caña cortada. Son personas atrapadas, sin identidad, sin derechos, sin salida. Personitas que como Adelpha todavía sueñan con lo que querrían ser de mayores, antes de que les atrape la misma historia que a sus progenitores. Es el “sabor amargo de la caña de azúcar” que tanto se oye por aquí.


(Categoría La Rioja)

CERRÓ LOS OJOS. - Por B.R.J.

Cuando Martín mató a Noelia se echó las manos a la cabeza y dejó caer el resto de su cuerpo hasta el frío suelo de la cocina. Cerró los ojos. Cerró los ojos hinchados de lágrimas y de miedo, pensando muy fuerte que era una pesadilla y que al abrirlos su mujer no estaría rodeada de ese oscuro charco de sangre. La había matado. No sabía muy bien qué debía hacer en ese momento, ni siquiera sabía si tenía derecho a llorar al amor de su vida cuando él mismo se la había quitado. Se levantó para ir al baño a vomitar. Cuando regresó a la cocina, fue consciente de que el charco de sangre de su mujer crecía mientras el cuchillo que había utilizado dormía avergonzado al lado del vientre de Noelia. Decidió llamar al 091 y decir lo que había pasado. No le temblaba la voz ni le temblaba el cuerpo. Le temblaba el corazón. Él no pensaba que fuera así… solo quería tener un matrimonio feliz y que cada uno cumpliera su parte. Ella intentaba ser la mejor esposa, tal y como le habían enseñado. Siempre con la comida lista, la casa limpia y la plancha hecha. No salía muy a menudo porque sus obligaciones no le dejaban tiempo para mucho más, y además, qué iba a pensar su marido si saliera con las amigas. Intentaba que Martín no se enfadara con ella, pero a pesar de su empeño, cada día hacía algo mal.

Noelia sumó una más aquella tarde a la larga lista, después de veintiocho cuchilladas e incontables golpes. Durante años, creyó que Martín cambiaría y se haría más bueno, porque más no la podía querer. Es lo que le repetía después de cada paliza. Pero aquella tarde, justo después de la última cuchillada, la mortal, supo que estaba equivocada y que eso no era amor. El amor no era sangre, ni moratones, ni humillaciones, ni lágrimas. Y tampoco sumisión. Ya era muy tarde, se estaba desangrando y no estaba dispuesta a escuchar otra vez la palabra ‘perdón’.


(Categoría La Rioja)

HIJA DE LA MONTAÑA. - Por M.C.B.S.

Cuando me acerqué a su cama unos grandes ojos oscuros me miraron. Su nombre era Parvati que significa “hija de la montaña”, había perdido a su familia en el terrible terremoto que había asolado Katmandú. Su hogar quedó destruido.

Todas las mañanas acudía a la cama de Parvati. Mientras limpiaba sus heridas le hablaba. Al principio estaba en estado de shock y ni siquiera me miraba, pero poco a poco, a medida que fueron pasando los días Parvati cambió. Primero sonrió cuando comencé a leerle un libro de cuentos, sentía curiosidad y comenzó a hacerme preguntas. Hablábamos de su mundo y del mío, de su vida y de la mía. No comprendía por qué los niños de mi país necesitaban tantas cosas raras para ser felices. Para ella lo más divertido era subir a la montaña, escuchar el sonido de los animales y sentir la naturaleza que le rodeaba, el fluir del río, el olor de la hierba fresca, el aroma y el color de las diversas flores. …

Cuanto teníamos que aprender y que poco luchábamos por despojarnos de lo innecesario. Allí en medio de la pobreza era feliz, quedaba mucho trabajo por hacer, mucho que reconstruir. Parvati cada día se encontraba mejor y yo temía el día que tuviera que irse del hospital ¿qué sería de ella? Comencé a darme cuenta de que la amaba como a la hija que nunca tuve. Tras un largo proceso conseguí su adopción.

El día que volví a verla, caminaba junto a otros niños en un campamento de refugiados. La llamé, ella dirigió sus preciosos ojos hacia mí, una gran sonrisa inundaba su rostro. Nos fundimos en un abrazo eterno, no podíamos hablar, nuestras lágrimas recorrían nuestras mejillas, unimos nuestras manos y nos fuimos juntas para comenzar una nueva vida.


Post en Facebook
(Categoría La Rioja)

POR LA MAÑANA. - Por N.S.S.H.

- “Teo, vístete es hora de ir al colegio, tienes preparado el desayuno (zumo, tostadas, leche con cacao y cereales) no te olvides de coger el almuerzo, hoy tienes bocadillo de atún, que tengas un buen día hijo, nos vemos por la tarde”.

- “Ana, buenos días, hoy tenemos una enfermera nueva, se llama Aurora y va a venir toda la semana por las mañanas, ella se va a encargar de darte la medicación, y de atenderte en lo que necesites. Esta semana tienes sesión, por eso las clases serán opcionales”.

- “Raúl, Héctor te espera en la puerta para ir al colegio, en la mesa tienes un trozo de pan, a ver si a la hora de comer puedo poner algo de pasta, te quiero hijo”.

- “¡¡¡Papá!!! No quiero ir…, no me encuentro bien, hoy no, las niñas de la clase no me dejan en paz, me insultan, no quiero, PAPÁÁÁÁ, quiero quedarme en casa”.

Sólo algunas voces de niños de un mismo país, puedes imaginar cómo serán los amaneceres de niños de: Dinamarca, Perú, Filipinas, Suecia, Japón, Francia, Etiopía, Eritrea, Jerusalén, Siria, New York, Burundi, Liberia, China, Níger, Sierra Leona, Somalia, Chipre, Grecia, Bogotá, Brasil…

Niños y niñas, sólo niños y niñas, presente y futuro.


Post en Facebook
(Categoría La Rioja)

DOBLE FELICIDAD. - Por U.M.A.

De nuevo se encontró la maestra con aquel mendigo. Recientemente se había situado cerca del colegio, sólo para pedir limosna. Ella sintió lástima por él; ese mismo día, después de las clases, echó unas monedas en el vaso de plástico que él sostenía con tanta firmeza. Repitió la misma acción todos los días lectivos. Era feliz con su vida sencilla y su gesto solidario era una razón más para existir.
Un día, el mendigo supo que el nombre de esa mujer era Silvia. Tuvo una corazonada, al llamarse igual que su hermana. Realmente, hacía años que no contactaba con su familia. En su juventud había sido problemático y acabó huyendo de casa. Ahora se sentía desolado y no le veía ningún sentido a la vida.
Tal era su desesperación que, en el momento en que la maestra aportó su granito de arena, decidió preguntarle de una vez por todas.
—Perdone la intromisión, ¿usted se llama Silvia Carrascosa?
—Sí -respondió sorprendida-, soy yo.
— ¡Qué casualidad! -exclamó con los ojos llenos de lágrimas-. Yo soy Tomás, tu hermano.
Entonces los dos se abrazaron llenos de emoción. Ella se sintió feliz, pero no sólo de haber encontrado a su hermano. También por haber sacado a alguien de la pobreza.

Post en Facebook
(Categoría General)