jueves, 21 de abril de 2016

ATISBO DE LUZ. - Por C.T.A.

Todo está negro. No escuchas nada. Solo hay silencio. Un silencio aterrador. No puedes moverte. Te das cuenta de que estás atada a algo rígido que se te clava en la espalda, pero a pesar de eso no eres capaz de sentir el dolor. Te has acostumbrado a él. Eso no es bueno, significa que llevas así mucho tiempo. El pánico se va apoderando de cada milímetro de tu cuerpo cada vez con mayor rapidez. Necesitas salir de ahí, de ese estado incierto y de opresión en el que te encuentras. Nada, no pasa nada. Intentas gritar pero algo te está tapando la boca. No es un trozo de tela, son unas manos, unas manos gruesas y despiadadas. El miedo te paraliza y te sientes vulnerable e impotente a la vez. Sin embargo sabes que eres fuerte. Más fuerte de lo que en realidad te imaginas. Algo dentro de ti se enciende y de la nada un atisbo de luz empieza a emerger. La oscuridad se va disipando paulatinamente pero lo que ves es una realidad mucho más oscura: cientos o incluso miles de mujeres van apareciendo a tu alrededor. Están en la misma situación que tú. 

La negrura ha desaparecido por completo y ahora puedes ver con claridad que lo que te retenían eran cadenas. La rabia y las ganas de luchar ganan al terror ante la tan deshumana escena. Las cadenas empiezan a desvanecerse. No solo las tuyas. Todas las mujeres están libres. Algo ha cambiado. Un espíritu de optimismo y rebeldía inunda la estancia. Sientes el apoyo de las otras. Todas sois una. Y tenéis un mismo objetivo común: hacer que esas cadenas y esas manos que os mantenían prisioneras no resurjan.

Aquella chispa que se encendió dentro de ti ha logrado alcanzar la libertad.


(Categoría La Rioja)



GRANO A GRANO. - Por S.G.U.

Vaya reto para un cocinillas hacer una paella para treinta personas. Por eso, le sorprendieron los elogios y la recaudación mayor que la esperada. Su hermano se centró en los jabones, los recopilaba en los hoteles que tanto frecuentaba y hasta los “distraía” del carro de la limpieza burlando a las cámaras de seguridad, como un postmoderno Robin Hood. A su hermana la tradicional venta de papeletas navideñas se le quedó corta, así que organizó una concurrida fiesta de solteros. Hasta la abuela contribuía comprando cartones de bingo en el hogar del pensionista. Y otros veteranos comprometidos eran los antiguos tunos que en un mes ofrecieron un recital tan taquillero como los de antes. Aunque lo más lucrativo y trabajoso, era el mercadillo anual. Todos se afanaban en recopilar, clasificar, ordenar, tasar y, sobre todo, recaudar.

Gracias a esas iniciativas dispares, como los granos de arroz de la paella fueron confluyendo y en la otra punta del mundo, se transformaron en el primer pozo de agua del poblado que, por fin consiguió una cosecha tan fecunda que hasta tuvieron que almacenar. Tras el silo, llegó la escuela y aprovechando su ampliación surgió el botiquín atendido en sorprendente armonía por el chamán y la primera enfermera diplomada que salió del poblado. Ambos recetaban jabón a todos y hasta iban a la escuela a enseñar cómo hacer un buen lavado de manos. Todo ello bajo el cartel que les recordaba el nombre de la ONG que les había dado una vida mejor: “Hijos del agua”.


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EL PRINCIPITO. - Por G.A.R.

Soy el niño más afortunado del mundo. No lo digo por decir. Sino porque soy el único de mis amigos que vive en un castillo. Sí, has leído bien, en un castillo. En mi castillo siempre usamos velas cuando cae la noche. Mi Mamá dice que es mejor que la electricidad y en los castillos no se usa luz artificial. De camino al colegio vamos siempre andando porque no tenemos coche y no podemos permitirnos un caballo, a pesar de pertenecer a una dinastía importante, dice mi Papá. En mis aposentos siempre hay grietas y los días de lluvia mi Mamá tiene que colocar cubetas de forma estratégica para que no se encharque todo mi dormitorio. Las paredes no están pintadas. Es el ladrillo lo que reina en todo el hogar. Mis padres nunca comen conmigo. Dicen que al ser un príncipe debo de comer en soledad.

Soy el niño más afortunado del mundo. Soy hijo de unos Reyes importantes.

Al crecer me fui dando cuenta que aquel quinto sin ascensor a las afueras de la ciudad era de todo menos un castillo. Era una casa ocupada por mis padres porque el banco nos desahució. Aún puedo recordar al pasar por aquella casa el universo que mis padres crearon para no hacerme sentir mal.

Ahora vive otra familia de la que soy amigo y la visito siempre que puedo.

Bajo del coche y toco el claxon varias veces para que la más pequeña del castillo se asome.

- ¡Su carroza está lista princesa! - le grito antes de que baje para llevarle al colegio.


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OLAS DE PLÁSTICO. - Por M.R.G.G.

Un brusco vaivén me despierta repentinamente. Me incorporo sobre la litera y veo a Raquel ya vestida,

-¡Corre!, apresúrate, hay que subir a cubierta.

Raquel y yo somos compañeras además de amigas, juntas nos hemos embarcado en esta aventura. No nos falta entusiasmo ni empeño, pensamos que este proyecto de la Universidad se ajusta al rumbo que queremos tomar. Nuestra aportación servirá para limpiar parte de la basura que flota como archipiélagos venenosos sobre el mar. Mueren multitud de aves marinas y mamíferos acuáticos a causa de esta polución.

La tormenta amaina, entre las ponzoñosas nubes se asoma una luz que despierta el alma, amanece sobre nuestra inmensa pequeñez.

El claqueteo in crescendo atrae nuestra atención, un abanico de desperdicio plástico flota a la deriva, una inmensa postilla; una herida hostil y despiadada.

Llegado a este punto Martín nos da instrucciones a todo el equipo de voluntarios, ¡aquí hay mucho que atrapar!

Funcionando como piezas encajadas en un puzle, la labor disminuye y concluye. No las fuerzas y las ganas de engullir esta lacra.

Pronto volveremos a casa, dejando atrás cielo plástico y agua, alimentado el corazón de belleza, aflicción y firmeza. ¿Puede alguien detener el despropósito de esta injusticia?


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EN CASA DE LA ABUELA. - Por A.T.S.

Juan mira desde fuera de la tapia como su abuela trajina por la huerta. Ha sujetado el delantal por el borde improvisando una bolsa donde, con la mano que le queda libre, va colocando unos tomates, algunos pimientos y un puñado de alubias verdes. Aún arranca una lechuga, le sacude la tierra y le quita algunas hojas que arroja por encima de la valla que rodea el espacio destinado a las gallinas. Juan abre la cancela de madera y entra acercándose a su abuela mientras la saluda con la mano. Una hora después están sentados a la mesa dispuestos a comerse las verduras que la abuela acaba de recolectar acompañadas de unos huevos que el propio Juan ha recogido, como cuando era un niño.

- Abuela, ¿sabes que esto que haces se llama producción y consumo responsable?

- No hijo, esto se llama sacar provecho de lo que da la tierra para ir viviendo, ni ricos ni pobres, como se ha hecho toda la vida.


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DESCARRÍO. - Por J.L.S.

El olor se hacía insoportable, casi tanto como el calor. No corría el viento, apenas existía; una leve brisa acariciaba su pelo, mezclada con el humo. El cielo, atroz como el peor de los sueños, ocultaba toda esperanza. Las nubes negras colmaban el espacio y las enormes columnas de humo ascendían hasta perderse en la inmensidad. La tierra estaba seca, sin el menor ápice de vida. Era como el barro seco. La arena estaba árida y con un toque rojizo parecido al óxido.

—¿Por qué me has traído aquí? -Preguntó el joven. Estaba confundido. Tapaba con las manos sus fosas nasales para no seguir respirando aquel aire desalentador.

—Me preguntaste como sería la Tierra dentro de cien años y yo te respondo, muchacho –manifestó el anciano-. No me creíste cuando te dije que tenía el poder de visualizar el futuro, de ver a través de los ojos del tiempo.

—Pero…aquí no hay nadie. No veo nada, solo humo y arena.

—Ya nada existe –declaró el anciano-. La guerra del petróleo acabó con todo. Fue el principio del fin. Las energías alternativas quedaron terminantemente prohibidas y su investigación quedó relegada al olvido. El planeta no pudo soportarlo…y acabó con nosotros. Y nosotros con todo.

—¿Y qué puedo hacer? No lo entiendo. Solo soy un crío. ¿Por qué me enseñas esto?

—Y por eso eres nuestra esperanza. Eres el futuro, junto a otros millones de jóvenes en todos los rincones del planeta. Esto es lo que quedará en un futuro. Fuego, humo y oscuridad. No se trata de la acción de una sola persona, sino de un gran colectivo que luche día a día por la supervivencia de nuestro hogar. Este sendero conduce a la perdición. Pero hay otros caminos.

—Caminos que deben ser descubiertos…descubiertos con la ayuda de todos.


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ESCARCHAS. - Por J.P.

2030 y el mundo celebra la declaración de la ONU de la erradicación del SIDA en el mundo. La noticia me hizo recordar cuando hace años visité a un amigo VIH+. Un paciente contiguo se atragantaba. Lo ayudé, tomé su mano huesuda y al ver sus uñas con esmalte escarchado sólo hubo luces y aplausos alrededor. Lo vi salir al backstage, sacarse la peluca y desvestirse rumbo al camerino: “Che querido ayúdame, saldré con un tipo buenísimo del público”. Antes de irse le ofrecí un condón. Dudó pero lo recibió dándome una caricia con sus uñas aún con escarcha. “Gracias”, dijo. En el hospital una mancha de vómito reposa en una cama vacía.


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DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA EN AMÉRICA LATINA. UNA VISIÓN DESDE LA SOSTENIBILIDAD. - Por E.N.B.

La distribución de la renta es generalmente desigual en todos los países, afectando los sectores menos favorecidos y de dicho escenario no escapa América Latina, esto a pesar de que los países de la Región cuentan con estrategias que contemplan la equidad social, como parte de sus Políticas Públicas.

Una de las formas de analizar tal distribución se construye a partir del Coeficiente de Gini, indicador del cual se derivan los niveles de desigualdad de la renta percibida por los hogares y cuya cifra mientras más cercana a cero refleja menor desigualdad y, si se acerca a uno muestra mayor inequidad. El Gini de la Región fue de 0,491 en 2014 mostrando decrecimiento con respecto a los períodos anteriores, en oposición con la distribución del ingreso per cápita por quintiles, que mantiene concentrado los recursos en la población con mayor Renta (Q5), que recibió 54,50% en contraste con población menos favorecida (Q1) que solo percibió 3,90% de dicha Renta. (CEPAL, 2016)

Lo cual pone en evidencia que existe una problemática, ya que a pesar de América Latina sostener el crecimiento del PIB; los beneficios compensatorios positivos derivados de dicha Renta, no se trasladaron equitativamente hacia la totalidad de la población y por ende no incidieron de manera directa en el Bienestar Social. Esto demuestra que no se cumplió lo afirmado por Dollar y Kraay (2002), quienes señalan que siempre se obtendrá un impacto “uno a uno” del PIB per cápita sobre los ingresos del quintil más bajo, influyendo de manera directa en los niveles de vida de la población por medio del efecto “trickle down”.

Por lo indicado previamente se puede observar que América Latina aun debe enfrentar grandes retos, con la finalidad de lograr crecimiento económico y bienestar social de forma sostenida y en consecuencia cumplir el ODS 10. Reducción de las Desigualdades; complejo proceso que Mazzucato (2016) sintetiza en 3 desafíos fundamentales: lograr un crecimiento “inteligente”, que requiere mejor innovación; “sostenible”, es decir, más verde; e “inclusivo”, con menores niveles de desigualdad.


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CARENCIAS. - Por J.F.C.R.

Carecemos de lo mínimo, una conciencia con identidad, una consecuencia teórica y práctica, una esencia que nos permita vivir seguros y ciertos; convulsión, está escrito, nada ni nadie tiene importancia, pero qué importante es el hombre, qué importante es el mundo, la tierra, la naturaleza toda, todo lo que hay y existe, todo lo que se mueve y anda, lo parado, lo de siempre, lo de todos los días y todas las tardes; qué importantes somos y qué poco aprecio nos tenemos, el mismo de una cosa desgastada, de un momento en penumbra; qué importante es el rayo, la ilusión y el triste instante de la inspiración, del triste sueño aflorante, de tantos y tantas ataduras.


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