Mucho tiempo después y aun con todo, ella llevaba mucha razón y lo he logrado entender o a mí por lo menos me convence; contemplo la naturaleza humana al salir de casa cada día de camino al trabajo, te relacionas con ella cual simbionte en tu tiempo de ocio y pones la mente a calibrar en cómo podemos mejorar este mundo desde la perspectiva de una hormiguita.
Veo esa naturaleza en los jardines, montañas, ríos que dan sentido y vida a las regiones, porque tienen vida en sí mismos si eres capaz de escuchar y sentir.
También percibo la naturaleza en la propia economía, aunque parezca extraño y burlón, la economía mueve el mundo y el mundo es naturaleza en sí misma.
Ese fiel reflejo no debe poner en duda la importancia de pequeñas cosas, que a la postre dan cobijo y soporte a otras más importantes. Por todo ello he llegado a mi propia conclusión y en la parte que individualmente me toca, que cuidando la naturaleza humana, la naturaleza ecológica y la naturaleza económica conseguiré mi propio y ansiado desarrollo sostenible.
Ardua tarea que cada día puede verse correspondida hacia tu propia persona.