lunes, 11 de abril de 2016

ESCRIBAMOS NUEVAS HISTORIAS. – Por E.B.V.E.

Érase una vez… un montón de cuentos sin sentido, donde existen damiselas en aprietos, las malas del cuento son otras mujeres, todas se esfuerzan y dejan de lado su independencia, autonomía y unicidad por competir, el premio, pues claro el anhelado felices por siempre y un príncipe azul, pero vamos al ahora y a la realidad, no existen príncipes azules ni princesas rosas, somos todos y todas ciudadanos/as de un planeta llamado tierra, donde de tanto oír cuentos comenzamos olvidar la realidad. Pero este es el momento de cambios, el aquí y el ahora, todas y todos podemos ser quienes escriban nuevas historias, la mía comienza con una persona, con su amor propio y su fortaleza… Habrá una vez una mujer de rasgos únicos, que amará cada parte de su cuerpo y lo respetará ante todas las cosas, esa mujer un día después del trabajo, un trabajo en el que hace lo que siempre quiso, se esfuerza por ser mejor y despierta cada día con una sonrisa y mucha energía para las labores que tendrá que realizar, caminará a casa y como de vez en cuando, se detendrá a leer uno de sus libros favoritos en un pequeño parque, sin preocuparse por asaltos, acoso, ni violaciones, pues sabe que sus iguales la respetan, pero este iba a ser un día especial, un día en que comenzaría una historia de dos, una de sus amigas se podrá de novia con una compañera del trabajo y la llamaran para salir a celebrar esta decisión, allí en el bar de turno, riendo, bailando y compartiendo va a conocerlo, un hombre con ideales como los de ella, lleno de sueños y ganas de compartir sus experiencias, van a hablar de todo, reír por montones y sentir que se conocen de antes, cambiar números y seguir viéndose, hasta que un día van a decidir caminar junto al otro, porque los compañeros de vida caminan como iguales una al lado del otro, sabrán que les va a tocar enfrentar diferentes situaciones, pero que con respeto, comprensión y amor, podrán con todo, decidirán si quieren o no ser padres, cuando serlo y cuántos hijos e hijas vendrán, construyendo juntos su futuro.

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FRÁGIL. - Por J. de Juana

Es solo una pequeña grieta. La señalo con mi dedo diminuto apuntando hacia el cielo. El niño al otro lado del cristal, observa mi dedo y sonríe. Él tampoco parece entender.

El agua, que una vez fue también nuestra, se precipita de nuevo al desierto. Al principio una gota insignificante. Después, mientras la cúpula se agrieta, un hilito constante brota lentamente a través del cristal y acaba anegando el suelo reseco que tengo bajo mis pies.

Golpeo nuevamente el cristal. El niño sigue allí, ignorando lo que está a punto de suceder. El sol que me abrasa se proyecta sobre la mampara y apenas puedo ver lo que ocurre al otro lado. Tal vez ignoren que una grieta inmensa se acaba de abrir en la bóveda, dejando escapar el aire purificado que ellos acostumbran a respirar. Grito en vano tratando de llamar su atención. El ruido de la inmensa cúpula resquebrajándose resulta sobrecogedor. Ignoro si ellos tampoco quieren escucharlo.

El agua contaminada que habitualmente vierten al desierto fluye ahora descontrolada, inundando las tierras que a duras penas consiguen alimentarnos. La cúpula se hace añicos, precipitando inmensos trozos de cristal también sobre mi aldea. Los habitantes del pequeño mundo artificial, presos ahora del pánico, son incapaces de respirar el aire enrarecido que llega del desierto. El calor les abrasa. Algunos huyen despavoridos. Otros, sin embargo, se afanan en cauterizar la grieta más próxima para evitar que yo pueda acceder a través de ella.

El niño llora mientras su mundo, que resultó ser tan frágil como el mío, lentamente se desmorona. Somos amigos. Mañana, cuando no exista ya frontera que nos separe, los dos compartiremos el mismo espacio inmenso que juntos ayudaremos a cicatrizar.

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EL RECUERDO DEL ABUELO. - Por A.L.L.

Va, eso son cosas de tu abuelo, seguro. Que no, que no, que te juro que servía para eso. Sustenta en el aire el metálico y misterioso objeto. Es alargado y curvo, con dos bolas, igualmente metálicas, una a cada lado, con una única diferencia, el color, una punta azul sobre una, roja en la otra. ¿Qué hacéis?, pregunta un tercer amigo. Nada, aquí Ernesto, que sigue empeñado en convencerme de que lo que tiene en la mano servía para sacar agua, ¡líquida! ni si quiera en pastillas, vamos, que apretabas un botón y chorreaba agua. A lo mejor salía también oro y tu abuelo nunca lo supo. Los dos amigos ríen la ocurrencia mientras él, derrotado´, maldiciendo la costumbre de creerle todas sus aventuras, deja el grifo junto a otro montón de objetos inútiles.

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LOS TIGRES SALEN POR LA NOCHE. - Por A.O.R.

–¡Eh, tú! ¡Menudo culo!–gritó una voz masculina a su espalda.

Se le encogió el estómago. Apretó con fuerza el mango de su paraguas y aceleró el paso, no tanto como para que pareciera que estaba huyendo, pero sí lo suficiente para poder echar a correr en caso de que necesitara hacerlo.

Cuando se había despedido de sus amigas en el centro, no eran más de las doce de la noche de un sábado, con lo que no había creído necesario que la acompañaran –todas ellas vivían en dirección contraria a ella y la calle estaba relativamente llena de gente–, pero ahora se estaba arrepintiendo de no haber llamado a un taxi.

–¡Eh, tú, la morena! No me ignores. Te estoy hablando a ti.

«Los violadores buscan víctimas que no opongan resistencia, que lleven el pelo recogido para poder tirar de ellas con más facilidad, que vistan ropa fácil de desgarrar, que no porten objetos que se puedan convertir en armas», se trató de tranquilizar. Llevaba un paraguas, unos robustos pantalones vaqueros y un chaquetón que había soportado tormentas peores.

–¡Eh, zorra! No finjas que no me has oído. Solo quiero conocerte, joder, borde de mierda.

Los pasos de la voz gangosa se hicieron más ruidosos y más acelerados. Aurora, con la garganta congelada, no se veía capaz de gritar «¡Fuego!» si conseguía acercársele más, así que hizo lo siguiente mejor.

Apretando con fuerza el paraguas en la mano derecha y sacando las llaves de su casa del bolso con la izquierda, echó a correr.

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(Categoría La Rioja)

LAS UVAS MÁGICAS. - Por H.S.C.

No saben quién es. Llegó sin que advirtieran. Está sentado en un andén. Bajo la helada atmósfera invernal. Hace horas no se mueve, y por tanto ni habla. ni toca ninguna puerta. El viento con sus uñas de hielo, renquea sobre su cabellera loca. Despeja su rostro, rondado por hondas melancolías. Le notan las manos infladas de ahogado, que al fin toman vida y revuelven la tela en que carga sus miserias. Un cepillo, frascos con gotas, y una franela que por como mira es su tesoro. Cuando le agarran lástima, ven gusanea la calle. Lo miran por los visillos. Escuchan grita que tiene un mensaje de prosperidad para compartir. Siendo que son raros allí los foráneos, y la situación está dura, le hacen ronda los cuatro vecinos más valientes. Las mujeres curiosas paran orejas. El hombre se da por bien servido con aquellos que le prestan atención. Su voz educada los sorprende, les habla largo rato, y por eso allegan más curiosos, al fin dice que les trae unas semillas que cambiarían sus vidas a poco costo. Solo cuatro le pagan, pero a cada uno le entrega una pepa, tal cual son: negras y pequeñas. Y les explica son para obtener uvas mágicas hay que regarlas día por día un año. Después de eso, toma su ruta con su saco más liviano y se pierde. Solo un hombre no la tira, y como cosa tonta se la entrega a su esposa que está al tanto del cuidado a prodigarle. Ella pone fe. La planta en la tierra pobre de allí, y a diario la irriga. El hombre se burla de ella. Allí no se dan sarmientos. Por esos días con otros, se marcha tras trabajo y otra mujer. En ese pueblo de tierras desgastadas, no hay riquezas. Esa mañana a ella le despierta en sus sueños una voz. Le murmura que ha sido constante y su premio serán muchas uvas. Recuerda que ha transcurrido un año. Se asoma a verla brotar una planta común. Un poco decepcionada la trasplanta al fin del invierno, en el fondo del patio y la olvida. A los meses, brota pródiga una cosecha que puede vender, porque son frutos de gran calidad. De las mejores, saca más semillas y al año son tan reputadas que le da para comprar tierras y dar trabajo a mucha gente.

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