domingo, 3 de abril de 2016

PAISAJE IMPRESO. - Por R.O.D.A.

Los pequeños, hastiados del viaje, comenzaron a expresar su fastidio. El padre les entregó una revista indicando que prestaran especial atención en las imágenes. Los niños se abocaron con interés volteando las páginas entre comentarios y exclamaciones de asombro.

Preguntó a los niños si desearían visitar el paisaje fotografiado en la revista, y la respuesta fue una jubilosa afirmación. Estarían complacidos de conocer ese hermoso lugar.

Continuaron por la carretera, y un par de kilómetros más adelante tomaron un desvío. Eufóricos en ansiedad transitaron un trecho, hasta que el hombre detuvo el vehículo.

Bajaron en un lugar desierto y señaló el sitio diciendo que este era el lugar.

No era posible, le increparon los niños. Nada de lo que se viera en la fotografía estaba presente, el lago se había secado, los árboles no existían, los pájaros estaban ausentes.

Explicó que para que fuera posible imprimir esa revista debieron talarse los árboles, el cauce del río se había modificado para alimentar un generador eléctrico, y al quedar el lago seco, las aves emigraron.

Acosaron al padre con preguntas y recibieron una lección sobre cuidar recursos y mantener el equilibrio de la naturaleza. En respetuoso silencio asimilaron la enseñanza, luego arrojaron la revista, y se marcharon decepcionados.

Al año siguiente, a pedido de los niños regresaron para plantar un árbol. Allí, en el mismo lugar donde cayera la revista. Donde la tierra espera que le devuelvan el paisaje, el que le arrebataran para exhibirlo en un papel.

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