martes, 26 de abril de 2016

DISFRUTA DEL MUNDO AMÁNDOLO. - Por C.J.G.

Cada verano me iba al pueblo, a casa de mi abuelo. Así podía respirar aire puro.

Todas las mañanas me despertaba temprano, acompañaba a mi abuelo a la plaza del pueblo, allí siempre repartían comida a todos los que lo necesitaban. Yo le preguntaba que por qué hacía eso, y él me respondía que si él tenía cosas que algunas personas no podían conseguir, no era justo que no lo compartiera con ellos ya que lo había conseguido en la Tierra, y la Tierra y todo lo que hay en ella es de todos.

Después yo me quedaba jugando con la vecina a las muñecas. Mientras el abuelo ayudaba en el hospital del pueblo. Llevaba libros a los mayores y contaba historias de hadas a los niños.

Antes del medio día paseábamos cerca del río, me recordaba siempre el gran tesoro que es el agua. También aprovechaba para preguntarme qué tal me iba en el colegio. Algunos días se ponía triste. Quería que cuando yo fuera mayor yo pudiera estar allí con mis nietos y pudiera disfrutar de esa naturaleza. Pero decía que cada vez la Tierra estaba más enfadada con nosotros porque no la cuidábamos bien y poco a poco iba cambiando.

Por las tardes cuidábamos los animales y las plantas. Había que cuidarlos mucho, porque vivimos gracias a ellos. Terminaba muy cansado al final del día, pero lleno de felicidad.

Lo echo mucho de menos, ojalá muchas personas fueran como él. Me enseñaba a disfrutar del Mundo amándolo. Siempre que puedo vuelvo al pueblo, es un lugar especial que te hace sentir como en casa, siempre se ayudan unos a otros y te reciben con los brazos abiertos. El Mundo entero debería ser así.

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