El niño más pequeño y callado del poblado, abrió la puerta lentamente, sin hacer ruido, sólo quería pasar desapercibido, que nadie le viese, sentirse aún más pequeño… Por aquel tímido atisbo de luz, con sus rodillas arañadas apoyadas en el suelo y asomando sus esperanzados ojos negros de mirada cansada, escuchaba, sin pestañear, las palabras de la maestra, sumergido en un utópico sueño del que no quería despertar… Que no venga mi padre, pensaba, que no me vea; quiero ser un niño; quiero leer, escribir, aprender, tener amigos,… Sólo soy un niño; sólo quiero ser como los demás.
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