lunes, 25 de abril de 2016

UN DÍA CUALQUIERA. - Por J.C.S.

Respiro. Sobre mis párpados, pequeños rayos de sol me avisan que el día ha empezado. Me siento bien, tranquila y descansada. Mi cuerpo, ha sabido apreciar la calidez y esponjosidad de mi cama. Respiro de nuevo. Todo un día por delante, me espera: - ¡Soy toda tuya, día!

Me dirijo a mi lugar preferido de la casa; mi oasis, mi laboratorio de experimentos, mi pista de baile: ¿Qué me preparo para desayunar? Lo de siempre, no me cabe la menor duda: tostadas con café. El aroma del café invade la casa; lo inhalo. Me encanta. Mientras tanto, el aseo me espera. Agua tibia va resbalando por mi cuerpo, la espuma me acompaña. Huelo a melocotón. El desayuno está listo. Lo saboreo y disfruto.

Salgo a la calle, la primavera ha estallado. Respiro. Los árboles me presentan sus nuevas flores, paseo tranquila y poco a poco por todo el parque. Hoy pasaré el día con mi familia. ¡Qué ganas tengo de verlos! Comeremos juntos. Cómo me gusta verme rodeada por todos esos bracitos, disfrutar de sus conversaciones, sentirles. Sonrío.

Una comida deliciosa, y qué decir de la compañía. La tarde, pasa volando. Los miro y disfruto y disfrutando se van yendo las horas. Asiento satisfecha. Me siento afortunada.

Ya de vuelta a casa. Son las nueve y media de la noche, hoy ha sido un buen día; ¡un día excepcional! Y yo me pregunto: ¿Cuántas personas de este mundo se meterán a la cama teniendo esta misma sensación? Enmudezco. Me siento abrumada. Mis pensamientos se paralizan. Una sensación de vacío recorre todo mi cuerpo. No sé qué decir, qué pensar. Vacío.

¡Ah!, disculpadme, hoy ha sido mi cumpleaños; acabo de cumplir los 80. A pesar de mis años, no tengo respuesta, pero sí tristeza. Respiro.


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(Categoría La Rioja)

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