viernes, 22 de abril de 2016

HORA DE RECONSTRUIR NUESTRAS CERTEZAS. - Por E.O.P.

Esta ya no es época de milagros, los niños no juegan en las calles y los bufones invaden de diez a diez nuestras salas de estar. Son, sin duda, malos tiempos para la fe.

Al llegar a casa, J. enciende la televisión. Escucha de fondo el rumor de la presentadora. 2 nuevos desahucios. 41 millones de euros robados. 125 muertos en el Mediterráneo. 3412 refugiados gaseados. J. mira extrañado la televisión. Un chasquido se escapa entre sus labios. Números y más números se deslizan por su retina. Números fríos, sin una cara detrás. Números que no tienen culpa de nada. Números que lo explican todo.

Explican las fronteras que se inventaron hace ya unos siglos; la deuda infinita de África; el hambre del hemisferio sur y el olvido de los pobres en el del norte. El humo tragándose las ciudades; humo convertido en neblina espesa, casi llovizna ácida, allá por Asia. Explican el petróleo y Siria en ruinas. Explican las casas vacías, los edificios por acabar y un cartón extendido en el subterráneo acompañado de un periódico a modo de almohada improvisada. Explican todos y cada uno de los derrumbes de certezas a los que hemos asistido impasibles desde nuestros sillones.

Explican todo y, sin embargo, J. solo hace que pensar en las camisas de su armario, todas iguales y bien planchadas, camisas destinadas algunas a no ser usadas jamás, nuevas y viejas a la vez.

Por fortuna, J. se recuerda que sus pequeñas contribuciones no deben caer en el olvido. Recicla, ayuda a un par de ONG y está pensando en comprar una placa solar para la terraza. Además, sigue los consejos de ahorro energético que la doña Pilar, la vecina del quinto, le dicta cada vez que toman el ascensor. No es mucho, lo sabe, pero es más que lo que hace el resto de su pandilla.


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