De pequeña, estar siempre en la calle y jugar era lo que más me gustaba. Aunque al ser tímida no atesoraba muchos amigos. Contemplar las estrellas por la noche y seguir su ruta fueron otras de mis aficiones. Lo de comer dos veces al día no lo llevaba muy bien, me quedaba con hambre a menudo. Tenía los abrazos de mis padres cuando estaba triste y me acurrucaba junto a mi hermana para sentir ese otro calor, humano. Mi vestuario era digno de un desfile de modelos donde compartía la ropa de otras personas, no les valía ya o se desprendieron de ella porque no les satisfacía. Paseaba por los campos repletos de flores en primavera, sin medir el tiempo. No teníamos televisión, libros o periódicos para estar al día. Pero sí me gustaba escuchar las historias de la gente de mi pueblo. Yo era casi feliz.
Ahora que soy adulta, me siento triste muchas veces. Nos bombardean con la falta de voluntad política, presión de las élites ricas y poderosas pero pienso que, sobre todo, deberíamos de incidir en acabar con la desigualdad, significaría una merma importante en cuanto a la pobreza de los países subdesarrollados. ¿Cómo conseguirlo? Por ejemplo: disminuyendo los sueldos excesivos; sin contaminar tanto para que uno de nuestros más preciados recursos, el agua potable, llegue a más personas. Y sobre todo, sin dejarnos llevar por el ansia de consumismo. No necesitamos tanto. Se puede vivir sin derrochar.
¿Qué les parece? Son medidas fáciles de conseguir si todos ponemos nuestro empeño, yo la primera. Un saludo.
Púa /2016
(Categoría La Rioja)
No hay comentarios:
Publicar un comentario