El Señor Bronceado le tiende la mano- Me congratulo con usted. Mire mi piel- se señala- Brillante, saludable… De no encontrarlo pronto, dejará de lucir este aspecto tan atractivo.
- ¡Y yo, que dormía a pierna suelta desde que el verano empezó!- protesta María Marmota- ¡El calcio para mis huesos! ¡Palidecerán mis petunias!
- Es culpa nuestra- asegura Monsieur Jinx- por no frenar los efectos del cambio climático usando su energía en nuestras ciudades. Se ha marchado… para no regresar jamás.
- ¡Haya calma!- es el alcalde, que llega encabezando un desfile de individuos pertrechados de toda clase de herramientas de caza- ¡Escaleras!- ordena. Los operarios despliegan unas cuantas, se encaraman a ellas y suben los miles de peldaños que los separan del cielo.
Después de un par de horas se detiene la búsqueda y descienden los primeros exploradores.
- ¡Suelte eso, merluzo!- brama el regidor al comprobar que uno de sus subalternos arrastra consigo una red donde un grupo de asustadas aves aletea con frenesí. Liberados por la mano del alcalde, los animales regresan arriba, entre graznidos. El público lo celebra con gritos de júbilo y estruendosas palmadas. Tal es el desorden que el cielo retumba.
- ¿Quién osa despertarme tan temprano?- rezonga una voz, y unos rayos dorados encienden la mañana.
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